“Encontrarte y que tuvieses la capacidad de dejar huellas que condicionen mis decisiones por el resto de mi vida no tiene precio.
Poder aportar en la tuya, verte crecer y cómo continuas haciéndolo cada día es simplemente maravilloso.
Sin duda eres uno de mis amarillos.
Mil gracias Ámbar, Junio/21”
23:32. Finalmente no pude desarrollar todo lo que quería en la entrada anterior. En realidad se trataba de algo muy simple, me encontraba en un momento en el que no me consideraba bueno ni para mi. ¿Por qué? Por mis bandazos y mi “fantástica” relación con la soledad.
Que no se me entienda mal, me quiero mucho y me acepto como soy. En esos momentos puedo irme de un extremo al otro de una decisión en cuestión de segundos. Por otro lado y con tal de no estar solo “tiro” a todo lo que se mueve. Y no me refiero a buscar un vínculo emocional, hablo de sexo y compañía, en ese orden además.
Activo el “modo cazador” a la intensidad máxima y en el momento menos pensado, al darme cuenta, me veo echándole el ancla a mi coqueteo con alguien que me importa. Si no tengo un vínculo pues me coloco el cuchillo entre los dientes y voy a muerte. Esto no es bueno para mi y probablemente no lo sea para la que entre en mi juego.
Con esto finalizaría la entrada pasada y paso al inicio de esta.
Ámbar y yo estamos consolidando un vínculo de amistad verdadera. En una de nuestras conversaciones me hablaba de la cantidad de personas increíbles que se habían cruzado con ella durante el camino que ha transitado con su enfermedad. En ese momento recordé el libro favorito de Alegría, El mundo amarillo, de Albert Espinosa.
Le comenté a Ámbar que conocía un libro que le vendría genial en este periodo y si me lo permitía se lo quería regalar.
—Ya sabes lo que me avergüenzan esos regalos, además de que no hace fatal que me lo regales.—me dijo.
—Y tú sabes lo que me gusta a mi hacer ese tipo de regalos.—fue mi respuesta definitiva.
Ya lo tengo en casa y la dedicatoria es el inicio de esta entrada, se lo haré llegar en cuanto pueda. No quiero verla, en realidad deseo verla y abrazarla pero sé que a “mis coqueta” no le gustaría tener que dejarse ver en esta fase de su recuperación. Se lo he dicho con estas mismas palabras y ella, además de darme la gracias, se ha sorprendido, de nuevo, por lo bien que la conozco y lo sencillo que se me hace “leer” sus sentimientos e inquietudes.
Lo que he escrito en la dedicatoria es cierto, así lo siento. Mi vínculo con ella no se ha roto y reconozco que también continuo deseándola sexualmente. Bueno, a ella y a otras tantas. En fin, el futuro nos colocará donde considere.
La realidad es que mi situación emocional con ella es de mucha tranquilidad, reencontrando el equilibrio. Ahora no le hablo desde una posición de “mentor”, ahora es una igual y eso me lo hace más fácil. Incluso me permito abrirme mucho más que antes.
En una de las últimas conversaciones que mantuvimos ella me preguntó como me encontraba. Le dije la verdad, en ese momento no estaba bien. Esto fue el lunes y había llorado de nuevo con la canción más insospechada, Tatuaje, de Élvis Crespo. Habíamos “jugado” mucho con esa canción en el pasado y por sorpresa, nada más sonar mientras regresaba en el coche, no pude contener las lágrimas. Le expliqué que me costaba soltar a personas que me habían marcado, también que la había echado mucho de menos.
¿Asunta? Desparecida. Me la he cruzado varias veces y en alguna ocasión he creído verla avergonzada. Esa ha sido mi percepción, que puede estar equivocada. Internamente mi situación ha cambiado mucho. No sé si me podría valer para algo diferente a tener sexo. De todas formas no espero que contacte durante algún tiempo, llamémoslo intuición.
Llegamos a la chica con la que hablo ahora. Hemos quedado para almorzar el próximo miércoles. Lo mejor, al menos para mi, no me he implicado y no pienso hacerlo hasta conocerla cara a cara, me refiero a conocerla de verdad. Lo bueno de este estado es que reconozco que no tengo nada y no le debo nada. Por lo tanto soy libre de hablar o de hacer lo que me de la gana. Esto es una gran novedad en mi vida. No sentir ese vínculo en este momento mola.
Por lo demás hemos hablado de diversos temas, incluido el sexual, y tiene pinta de que podemos pasar un buen rato. Pero por el momento eso sólo son palabras y no hechos. (Qué bonito lo que me enseño Asunta. ¡¡Gracias!!).
Se me quedan cosas pero ya no puedo más. Buenas noches mis amores.