12:05. Como introduje en mi última entrada inicio nuevo proyecto. Ya he realizado alguna prueba pero no me terminan de convencer. No es malo, tengo muy claro lo que quiero y no me voy a conformar con menos.
¿Cómo estoy? Estoy con mis hijas y estoy muy bien. He pasado un fin de semana intenso. Podría decir que comenzó el jueves por la tarde, cuando ya estaba con las niñas. No teníamos un plan concreto y al final la improvisación nos llenó la tarde una forma genial.
El viernes había quedado para comer con mis hermanos y así lo hicimos. No teníamos plan para la tarde por lo que planteamos pasarla en la casa de campo. Finalmente mi hermana decidió quedarse en casa y mi hermano y yo salimos a una terraza del municipio hasta casi las 12.
Mientras me preparaba en casa recibí un mensaje de Asunta. Fue una sorpresa, no lo esperaba. La realidad es que el jueves, después de dejar a las niñas, pensé en contactar con ella. Bueno con ella o con quien fuera… Lo sé, mi soledad y yo. En esa ocasión me contuve y regresé a casa “sin molestar” a nadie.
Pues aquí esta ella enviándome un video-chiste publicado en Facebook con una clara insinuación. Bromeamos un poco pero digamos que comienzo a cansarme de tonterías por lo que fui directo al grano:
“Tú y yo tenemos que hablar un día de esto ¿no crees?¿o nos quedamos en sólo vecinos?”.
Digamos que me ha dado permiso para comenzar a hablar. Así lo hemos estado haciendo estos días. No hemos profundizado, ella tiene mucho que resolver y yo intento no postularme como su tabla de salvación. Esto último a mis ojos que ya sabemos lo que me gusta cuidar.
La noche con mi hermano genial. Estamos cortados con el mismo patrón y en la misma sastrería. No somo iguales, eso lo dejaría para Alegría, pero sí muy semejantes. Hemos hablado y reído mucho. Definitivamente él ya ha iniciado su camino. Me encanta.
Sábado de escalada en roca después de muchos, muchos meses. No practicaba en compañía y con cuerda desde antes del confinamiento, hablamos de marzo y estamos en julio. La actividad en el rocódromo, igual que en el centro de yoga, ya se ha iniciado hace casi un mes pero no he encontrado el momento de continuar.
Ya llevaban varios fines de semana haciendo salidas a roca pero entre las niñas y los preparativos de la casa de campo… Este fin de semana me dije que sí o sí me unía a ell@s. La verdad es que me he visto muy bien en la piedra. He terminado reventado pero contento.
El domingo, sin las niñas, es y fue mi peor momento. Me levanto, miro a mi alrededor y no me gusta verme solo. En esta ocasión me había decidido a pasarlo solo, me dedicaría a perfilar el guión del primer podcast. De alguna forma me quería obligar para acostumbrarme a la soledad de una bendita vez.
Comencé a hablar con Alegría y en menos de lo que canta un gallo ya teníamos plan para comer y pasar la tarde juntos. Se lo dije a ella, me apetece hacerlo no es por llenar este tiempo.
Alegría y yo, yo y Alegría. Como con el resto de personas su vida no tiene cabida en este diario. Compartimos mucho y como ella misma ha relatado en su blog, es como si tuviéramos telepatía. En ese sentido le hice un comentario durante la tarde:
“No me deja de sorprender lo mucho que nos parecemos y nuestra forma de procesar las cosas, tanto es así que a veces te digo las cosas solo para confirmar que piensas exactamente igual.”
Como siempre al estar con ella me llevo mucho, además de la tranquilidad y el buen sabor de boca habituales tras nuestros encuentros. Poder confirmar las cosas con otra persona y que esta te abra los ojos a aspectos en lo que no habías caído es una gran ayuda para continuar conociéndote. Creo que es lo que nos regalamos mutuamente, autoconocimiento.
No es la primera vez que lo digo; somos conocedores de todas las respuestas, otra cosa es que tengamos la capacidad de verlas. Creo que en esto sí somos diferentes. Ella es directa, te abre los ojos sirviéndote la realidad en un plato y dándote cuchillo y tenedor mientras te mira para ver como te lo comes. Por mi parte yo la la llevo a que ella se de cuenta de que la tiene al lado, sólo le digo donde mirar para que pueda encontrar la respuesta.
Ninguno juzga, sí opinamos pero entendemos que todo el mundo es diferente y no tiene las mismas necesidades.
En este sentido he hablado con Asunta. Necesito tener un cierre con ella, para poder continuar. Es como un libro del que me falta el último capítulo. Tengo que terminarlo y ya veremos si me interesa ver si tiene segunda parte y la quiero continuar. Se lo he dicho a ella:
“Pero mira, cada vez que ‘pías’ respondo… Algo tendrás.”
Por otro lado puede que mi amor propio ya me esté sacando de ahí, no sé si continuaré con la necesidad de un cierre muchas semanas más.
Vuelvo a estar con mis hijas. Lo estamos pasando bien y con eso es con lo que me quedo. En un rato las recogeré del campus de verano y ya veremos que nos depara la tarde.
Voy a intentar continuar con el guión. Las quiero mis viditas.