09 de Enero de 2020 – El Regalo

13:16. Se han terminado las fiestas y regresamos a la rutina escolar. Esta semana es la primera en la que las niñas dormirán 7 noches en la misma casa. Según lo acordado han comenzado con su madre.

El día de reyes despertaron conmigo. Fueron una mañana y tarde estupendas. Las niñas disfrutaron con la ilusión del día y luego con sus regalos así como la apertura de los de los adultos.

Ágara se puso en contacto para consultar si podría pasar 30 minutos antes de la hora acordada. La verdad es que me daba igual pero el juego de las niñas y lo que tardaron en sentarse a la mesa para el almuerzo no lo posibilitó. La realidad es que tuve que cortarles el juego para tenerlas listas a la hora acordada.

Me despedí de las niñas hasta el día 8, las recogería en la escuela para pasar esa tarde con ellas. También hoy la pasaré con ellas.

Una vez mis hijas se marcharon con Ágara el día 6 y con todo organizado en casa de mis padres volví a la mía. Había quedado con Anabel después de que también ella se despidiese de su hijo.

Pasamos esa tarde juntos. Casi 30 días después pudimos volver a estar solos, sin niños, vecinos,… Hablamos de mucho de lo pendiente. Le comenté también mis impresiones respecto a su cambio, una vez saqué la palabra pareja. Ella me dijo que no lo había sentido de esa forma. Hablamos sobre el comentario que me había hecho al respecto de un bajón emocional que había pasado. Me describió parte de su situación personal/familiar, la cual aquí no tiene cabida, y pude entender ese momento perfectamente.

La tarde fue de lo más fluida y amena. La verdad es que se me hizo corta. La estiramos todo lo posible hasta que, llegado la hora, tenía que salir para incorporarme al trabajo.

23:15. Nuevo turno de 24 horas, uno más o uno menos según se mire. Pude hablar con las niñas y han pasado casi todo el día con sus abuelos, su madre tenía que trabajar. No me alegro pero tampoco me pone triste. He recordado cuando deseaba que Ágara tuviese un trabajo a jornada partida, parece que algunos días es así. La realidad es que el martes ha estado trabajando casi todo el día, el cole se inició el miércoles y tanto esa tarde como la del jueves las niñas están conmigo…. las niñas no van a poder disfrutar mucho de su madre.

Ayer, cuando recogí a las niñas, estaban contentas. La noche anterior, después de una pequeña «discusión» definimos el menú para ese día. Se decantaron por pulpo y eso les preparé. Su abuelo no lo cocina y parece que lo echaban de menos. Quedaron servidas por una temporada.

Pasamos buena parte de la tarde en el rocódromo. Las dos se lo pasan tan bien que me ha costado sacarlas de allí. Esto sumado a un pequeño atasco nos ha hecho llegar unos veinte minutos tarde a casa de su madre.

Justo antes de llegar Aroha se dio cuenta de algo:

 

—Papá me acabo de acordar que tengo una cosa para ti.

—¿Una cosa? ¿Es necesario firmar alguna autorización para el cole?.—le pregunté.

—No papá, es un regalo. Los Reyes Magos te dejaron un regalo en casa de mamá. Lo tengo en la mochila.

Inicialmente quedé sin palabras. No era capaz de salir de mi asombro. «Tiene que ser un error», pensé.

—¿Seguro cariño? ¿No se habrán equivocado los Reyes?.

—No papi, ponía tu nombre.—me indicó Alba.

—¿Pero…..? ¿Fue en casa de los abuelos?.—les pregunté buscando una explicación lógica para mi.

—¡¡Qué no papi!!. En casa de mama.

—Chicas, yo esto lo tengo que hablar con mamá ya que creo que se ha producido un error.—les terminé diciendo.

Aparentemente quedaron tranquilas pero yo todavía estaba «en shock»:

«¿Pero cómo se le ocurre a esta mujer colocarme en esta situación? Dos niñas que todavía creen y sienten la ilusión de los Reyes… ¿Cómo hago yo ahora para no coger este regalo?.»

Al llegar a casa de su madre hacía frio por lo que salimos del coche y nos acercamos rápidamente a la puerta de la vivienda. Con ese trasiego las niñas olvidaron el tema del regalo y yo, evidentemente, no les hice ningún comentario al respecto.

Pensaba ir a escalada después pero una molestia en el hombro me hizo desistir y regresé a mi casa. Nada más llegar le escribí un mensaje a Ágara:

«Perdona por el retraso […]. A última hora las niñas me han comentado algo sobre un regalo… Procede a su devolución. «

Ese día no recibí respuesta. Les comenté la situación a Arantza y Alicia. Ambas estaban bastante sorprendidas por este hecho.

Realicé unos pocos preparativos en casa y contacté con Anabel. Habíamos quedado en que probablemente pasaría la noche en casa. Me confirmó que así sería y ya estando en casa también se lo comenté a ella. Tampoco terminaba de entenderlo.

Hemos pasado una gran velada. Cada vez nos conocemos más y esto nos permite iniciar una cierta complicidad. Ella cada vez está más suelta, creo que está cerca a ser realmente ella. No lo expresa todo o más bien se calla. Algunas de esas cosas las leo en sus ojos y en sus sonrisas.

Esto último me produce cierto reparo. no sé a donde llegaremos pero de nuevo me asalta el miedo a hacer daño. Lo he retirado insistiéndome en que ambos somos mayorcitos y yo no estoy escondiendo nada. He sido y soy completamente sincero con ella. La he definido como mi pareja por el tipo de relación que mantenemos pero ella sabe que no hablo de enamoramiento ni nada similar. No digo que no se pueda producir, digo que no es lo que siento en este momento.

Se ha marchado relativamente pronto para atender un compromiso. Creo que ya no será posible coincidir de nuevo hasta dentro de una semana.

Por cierto, días atrás le había preguntado si no tenía buzón de correo. Me dijo que hacía mucho que no lo miraba,… ¡¡Esta es Anabel!!. Al día siguiente imagino que la curiosidad le obligó a preguntarme el porqué de esa cuestión. Le conté que le había enviado una postal pero que imaginaba que se habría perdido.

Me comentó que no sabía muy bien donde tenía la llave del buzón, en principio su hijo lo había vaciando metiendo su mano por la ranura. Después de mirar detenidamente, por segunda vez, fue ella misma quien «rescató» la postal del buzón. Le ha hecho mucha ilusión, espero que tanta como a mi escribirla.

La verdad es que la Navidad, por muchas razones, no fue como la esperaba. Tampoco la evolución de la relación con Anabel. Desde luego no fue como podía esperar en el momento en que escribí la postal. Me alegro ya que he sabido aceptar lo que ha ido llegando.

Hoy recogí nuevamente a las niñas. Nada más salir del cole me han vuelto a decir que tenían el regalo con ellas. ¡Yo que pensaba que le había trasladado la situación a su madre!. Eso era lo justo para mi, al ser ella quién la había generado…

— Cariño ¿Tú le dijiste a mamá lo de las dudas que yo tenía ayer?. Si incluso le mandé un mensaje a mamá.

—Sí papá pero dice que es para ti.—respondió la niña.

Nada más llegar a casa comprobé el móvil y tenía un mensaje de Ágara en respuesta al enviado la tarde anterior:

«No te preocupes.»

¿¿¿??? ¿Tal vez no vio mi mensaje hasta este momento?. Ni idea.

Justo en el momento en que recogí a las niñas, en la puerta de la escuela, Ahora me dio unas florecillas del jardín que posteriormente me pidió Alba. Esta le regaló una a una de sus amigas. Ante esto Ahora la recriminó un poco diciéndole que no se podía regalar a otra persona algo que te habían regalado. Decidí aprovechar lo ocurrido:

Aroha, ven un momento.—llamé la atención de mi hija después de ver «la respuesta» de su madre.—Cariño ¿Recuerdas lo que le dijiste a Alba sobre que no se puede regalar algo que te han regalado?. Tienes razón, no es algo bonito. Lo que si se puede hacer es rechazar o no recoger un regalo. Cariño, yo no voy a recoger ese regalo.—la niña me miró perpleja. Yo continué.—No quiero ese regalo, creo que los Reyes han cometido un error. Ya que lo han dejado en casa de mamá que sea ella la que decida lo que hacer con él.

Aroha quedó conforme y yo, en cierta forma, aliviado. Hace unos minutos le envié otro mensaje a Ágara en el que le pedía que, por favor, no regresara ese paquete a mi casa.

Mis padres nos han visitado y las niñas se lo han pasado bomba con sus juguetes de Reyes y los abuelos. Nos hemos despedido para llevar a las niñas con su madre. Ya no las veré hasta el próximo lunes.

A continuación he realizado una práctica de yoga en la que he podido comprobar la buena evolución de mi hombro. De ahí me he incorporado al trabajo. Día muy completo el de hoy.

Me encuentro bien, todavía perplejo por la situación del regalo pero bueno, espero que no se repitan este tipo de cosas por el momento. Quitando esto no voy mal. He tenido mi pequeña montaña rusa con Anabel lo que me muestra que todavía puedo relajarme más con ese asunto.

Estoy cansado y lo dejo por aquí. Buenas noches mis amores. Que descansen y recuerden que las quiero con locura.

 

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