23:35. Mucho tiempo sin pasar por aquí. La situación familiar con la operación de mi padre y sus complicaciones ha condicionado muchos aspectos de nuestra vida.
Por suerte ya está de alta y recuperándose. Hemos podido pasar unas Navidades juntos que las niñas han podido disfrutar. En algún momento, debido a la situación hospitalaria de mi padre, llegué a plantearme que pasaran la noche del 24 con su madre pero finalmente esto no fue necesario.
Muchos días y algunas cosas que contar. Pasé la mañana del 22 en el hospital acompañando a mi padre. Durante el trayecto en coche me acompañó Joaquín Sabina. En especial esta canción que cantó junto a Serrat:
Es una de las historias de amor más bonitas que escuché ese día y lo contrario a lo que yo tenía con Ágara.
Algunos cortes de esta canción estuvieron en mis estados de Whatssap. Seguro que muchos pensarán que utilizo los estados para enviar «mensajes». La realidad no es esa, expreso lo que me llega, lo que «me toca«, y por si se lo preguntan ni mi familia ni los que fueron mi familia visualizan los estados.
También descubrí una canción de Abel Pintos. Una de sus frases me tocó especialmente.
«Ya no quiero pensar en vivir y seguir deshojando flores en el rio«
Creo que la canción habla por si misma y a la vez puede expresar lo que sentía. Completé mi estado con el corte de esa frase. Fue una mañana muy musical.
Le envié ambas canciones a Anabel, continuaba con la recuperación de su catarrazo. Me he ofrecido a llevarle algo si lo necesitaba pero lo ha declinado. Me habría gustado poder acompañarla pero no lo ha querido así. No lo entendía el día anterior y no tampoco hoy. Ya había pensado en no hacer lo que me pedía el cuerpo que es dar y dar, a partir de ese momento creo que fue una decisión.
El día 23 continué con la canción de Sabina pero en esa ocasión casi me produjo el llanto. Fue de repente, sin esperarlo, antes de recoger a las niñas. Ese día no le envié nada a Anabel. «Le toca moverse a ella si le apetece» pensaba, no hablamos ese día.
El 24 nos quedamos a dormir en casa de mis padres. La verdad es que lo pasamos muy bien en el previo, durante, y después de la cena.
Hablé un poco con Anabel, intentaríamos tomar un café al día siguiente. Ella recogería a su hijo por la tarde y las niñas estarían con su madre. Al final ambas horas se solaparon y no fue posible.
Yo regresé a mi casa, donde recibiría a las niñas por tarde. Al llegar mis vecinos estaban de celebración y nuevamente fui «adoptado». Curiosamente y avanzada la tarde se nos sumó Anabel con su hijo. Mi vecina me había advertido que subía un rato antes de que llegase, para ella fue una sorpresa encontrarme allí. Al principio la encontré distante. Posteriormente me pareció todo lo contrario en un momento que quedamos solos.
Habíamos hablado esa madruga. Le indicaba que no sabía como me iba a saludar y ella me preguntó si se lo decía por haber estado casi día y medio sin hablar. Le respondí que se lo decía porque se había asustado al escuchar la palabra pareja y había ampliado la distancia que ya de por si marcaba. Reconoció que sumado a otras cosas eso también se había producido.
Mi impresión es que después de que «ajusté» lo que doy a lo que recibo ella a pasado a «interesarse» más. En algún momento me ha indicado que su forma de llevar las cosas le ha pasado factura en algún momento de su pasado. No sé si tendrá que ver.
Al finalizar la noche ya sólo estábamos mis hijas, su madre ya me las había entregado, y los vecinos. Los niños estaban viendo Bob Esponja en la tela, no son unos dibujos de mi agrado pero en casa ajena soy muy flexible. Me sorprendió que mis hijas ya habían visto ese capítulo. Además Aroha esperaba algún acontecimiento concreto que no le gustaba y utilizó varias veces la palabra «hostias». Le di un toque de atención en casa de los vecinos. Al regresar a casa le indiqué, como hice con su hermana en su día, que esa palabra la utilizara donde la hubiese escuchado y eso no era conmigo. Se quedó en silencio:
— ¿Lo has entendido?.—le pregunté.
— Sí papa. —respondió bajando la cabeza.
Hasta la fecha no se la he vuelto a escuchar. Sé que su vida ya es otra pero la desviación respecto a lo que «marcábamos» me parece muy grande. No quiero pensar en el porque pero reconozco que mi mente ha volado en alguna ocasión.
El 26 y el 27 fueron días muy buenos con las niñas: patinaje sobre hielo, teatro,… Recuerdo especialmente el amanecer del día 27. Estos días sido Alba la que se ha cambiado de cama todas las noches. Aroha aprovechó para dormir, le continúa costando hacerlo en casa de su madre. Esa mañana, cuando desperté, me encontré a mi hija sujetándome la mano. Permanecí 30 minutos disfrutando de ese momento.
El día siguiente regresaban con su madre y reconozco que eso junto al cansancio se me sumaron, ya no estaba de tan buen humor.
Llegado el 28 y una vez me separé de las niñas me costó «arrancar». Echaba de menos algún mensaje de Anabel y me pregunté si necesitaba eso para empezar bien el día.
Salí a correr y cuando regresé a casa me encontré con el hijo de Anabel, también vi su coche estacionado. Tenía que terminar un par de cosas en casa antes de salir, había quedado con mis hermanos en casa de mis padres. Quería realizar las últimas compras de Reyes.
Al salir pude saludarla, también a mi vecina. Me disculpé con ambas por no poder quedarme y acompañarlas. Como he dicho tenía planes pero, en cierta forma, me sorprendió no haber sabido por Anabel que subiría. No le dí muchas más vueltas, tampoco me podría haber quedado. Hablamos un poco durante la tarde.
Sin niñas regreso a mis turnos de 24 horas por lo que el 29 lo pasé en el trabajo. Me sorprendió recibir un mensaje de Ágara:
—Buenos días!! Alba me preguntó ayer en el coche si nosotros nos hablábamos. Le contesté que por Whatssap. Me preguntó ¿Y de cara? O sea, cara a cara. Le he contestado que lo intentaremos y que espero que en un futuro lo consigamos. Creo que lo necesitan.
Digamos que me hizo «mucha gracia» recibirlo.
— En un futuro ya veremos. Si no lo entienden les podemos explicar la situación… —fue mi respuesta casi inmediata.
— Se quedó conforme.— me escribió a continuación.
«¿Y para que coño me dices nada si la niña quedó conforme?» pensé. Recordé lo que me había preguntado mi vecino en varias ocasiones. «¿Crees que cuándo contacta está intentando tener más comunicación contigo?«. Lo descarté automáticamente pero no entiendo para que me dice nada.
El día siguiente me correspondía pasar la tarde con las niñas y me indicó si me importaba recogerlas en un parque al que las iba a llevar. Llegue a la hora acordada y me recibió con un «hola», quedó sin respuesta. «¿De verdad no te ha quedado claro?» Pensé.
Fue una tarde genial con las niñas, la última de este año con ellas.
Curiosamente al llevarlas a casa de su madre nos cruzamos con su pareja por la calle. Me sorprendió que las niñas no le dijeran nada. Me dirigió un «Buenas» que también quedó sin respuesta.
«Si tocas lo mio te mato pero si lo mio se deja tocar te lo regalo.»
Esa frase que tantas veces he leído en Instagram pasó por mi cabeza. No lo culpó pero no quiere decir que vallamos a ser amigos. También pensé «vive con tus hijas». Pero no, vive con mi ex y de rebote las niñas pasan tiempo con él. El día que se termine con su madre, si eso ocurre, también terminará la relación con las niñas, lo quiera o no. Eso no es vivir con ellas, tal vez me mentí con eso.
Noche del 31 también en el trabajo. Me ha ayudado a pasarlo sin las niñas. Creo que es el tercer fin de año que paso trabajando, no ha sido raro para mi. Pude cenar con mi familia antes de incorporarme. Intercambié varios audios con ellas y hoy hemos podido hablar un ratito.
Me encuentro bien. He quedado con Anabel en vernos pronto. Tenemos mucho de que hablar pero, como ya he escrito, el ajuste dar/recibir ha ido muy bien. Ya veremos.
Nueve meses de separación. No lo llevo mal. Ágara es un recuerdo, la ausencia de las niñas ya es otra historia pero seguro que también me termino haciendo a eso.
Nos vemos mañana mis viditas. Las quiero con locura.