17 de Diciembre de 2019

10:25. Las niñas están en el cole y yo en el Hospital acompañando a mi padre que lo operan hoy. Si todo va bien en 2 horas saldrá de quirófano y podrá comenzar a recuperar la movilidad que su lesión de espalda le había robado.
 
Ayer fue día de terapia y cierta revoltura posterior. No quería evitarlo, pensaba que tal vez podría dejar atrás esa parte al ir sintiéndome bien con el paso del tiempo. Ese era mi pensamiento pero creo que mi terapeuta sólo esperaba el momento, el acontecimiento propicio que diera opción a entrar ahí. Mi expresión facial habló por mi y, ese día sí, llegó el momento de abordar la rabia.
 
Después de dejar a las niñas en el cole me fui a mi centro de trabajo para realizar unas tareas administrativas, una vez finalizadas directo al hospital. Teóricamente operaban a mi padre el pasado viernes, luego ayer y finalmente hoy. Ayer en concreto era el día en el que las niñas estarían con su madre por la tarde. La verdad es que me venía bien para acompañar a mi familia por la mañana y asistir a terapia posteriormente. Una vez aplazada la operación sólo me quedaba la parada en el despacho de mi terapeuta.
 
Antes de iniciar la sesión me acerqué a saludar a Anabel en su centro de trabajo. Casi una semana sin verla, la verdad es que me apetecía darle dos besos. Fue un hola y adiós muy fugaz.
 
Ya con mi terapeuta nos recibimos con nuestro cálido saludo habitual. Comenzamos con las preguntas de inicio y en muy poco tiempo entramos en lo que le había escrito y enviado la noche anterior. Le expliqué de que forma me sentía incompleto, aún estando con las niñas. Le hablé sobre mis preguntas de los días anteriores y de la respuesta a la que había llegado por mi mismo…
 
16:50. Momento tele de las niñas, en un ratito a por la tarea. La operación de mi padre parece que ha sido todo  un éxito, ahora toca la recuperación. Continúo donde lo dejé esta mañana.
 
— Me di cuenta de que Anabel sí estaba llenando un hueco pero este ya estaba mucho antes de que ella apareciese en mi vida. Al menos esa fue a respuesta que yo encontré. ¿Qué crees tú? —le pregunté.
 
Siento decirte que creo que no sabes vivir solo. Todavía estás aprendiendo a hacerlo. Cuando se produjo la separación te volcaste en las niñas, lo cual no está mal y como te he dicho creo que lo estás haciendo muy bien. Toda tu energía y atención fue por ese lado, necesario pero también un bote de salvación para ti. Posteriormente ha llegado a tu vida Anabel que te ha recordado o despertado algo que no tenías. En tu relación anterior estaban volcados en la crianza y dispersos en otros aspectos. En el emocional se habían dado la espalda, tal vez para poder sobrevivir. Puede que ahora seas capaz de ver que ese hueco del que hablas existía pero mientras Ágara estaba no tenía esa capacidad por lo que tu respuesta no es válida. Anabel ha despertado tu parte de hombre y echas de menos eso que antes tenías, en lo que al volcarte en tus hijas no te fijaste que también se marchaba. Esto puede parecer lo contrario a saber vivir solo pero no lo es. No son incompatibles. Son dos aspectos diferentes y tienes que intentar desarrollar ambos. De no hacerlo así podrías volver a lo que tenías antes y no me refiero a retomar tu relación anterior.
 
Tengo claro lo que no quiero que vuelva y para nada deseo repetir el patrón del pasado. En este sentido Anabel lo tiene mucho más claro que yo y es ella la que me va «encauzando», por así decirlo. «Esta parte», sin ella saberlo, me está ayudando a aprenderla. Realmente no echo de menos a Ágara pero si lo hago con pequeñas cosas que antes tenía y ahora afronto solo. Puede que en algún momento pretendiese que Anabel ocupase ese lugar. Me queda claro que me queda camino para afirmar que sé vivir solo.  —reflexioné ante su respuesta.
 
— Me alegro de que Anabel pueda ser una especie de guía o complemento en esa parte de tu crecimiento.
 
A partir de aquí hablamos un poco sobre los próximos eventos que tendré con las niñas durante este fin de trimestre.
 
— La verdad es que no me apetece nada estar con Ágara, sus padres o incluso su pareja, como me ocurrió en el acto para recaudar fondos para la escuela. Tampoco me quiero auto-excluir de la vida de mis hijas por esa razón. Imágenes como la de Alba tirando de él para enseñarle su aula o bien su cara, la de Ágara, aparentemente rebosante de felicidad… De verdad que no me apetece nada.
 
— ¿Por dónde crees que vamos a ir hoy? —me preguntó a continuación.
 
— No estoy seguro, dímelo tú, aunque sospecho que por esto último.
 
— Lo que me enviaste ayer… creo que tienes capacidad para entrar más adentro y desarrollarlo. Por el momento solo tengo un niño feliz. Con exceso de responsabilidad sí, pero eso ya lo sabíamos. Me gustaría haberte grabado para que pudieses verte. Al hablar sobre ese encuentro pasado o los que se pueden producir los próximos días tu semblante ha cambiado completamente. Vamos a ir por ahí. Levántate y camina un poco por la sala. ¿Cómo te sientes? ¿Qué sientes?.
 
Me levante  y comencé a describir como me sentía. Comencé a intentar explicarlo mentalmente pero ella me detuvo…
 
— Lo primario, lo que estás sintiendo. —me indicó.
 
Rabia.
 
— ¿Y cómo es esa rabia? —me preguntó.
 
— ¿Recuerdas que era un nudo en mi estómago? Ahora no, está más suelta. Se mueve en la zona del pecho, hombro y brazos. Me invita a «armar» el brazo y soltarle «un remazo». —fue mi respuesta.
 
Soy un persona relativamente alta, 1,80cm. Llamo remazo al gesto de soltar el brazo desde atrás y de arriba a abajo con la mano abierta y realizando un giro. Similar a coger el remo de un bote y llevarlo de atrás hacia delante para golpear algo o alguien. En este caso el remo sería mi brazo derecho. Por poner otro ejemplo: una galleta con la mano abierta pero con la suficiente fuerza como para tirar a la otra persona al suelo. De eso tenía ganas.
 
— Es que te han tocado bien la narices
 
— Sí que me las han tocado, sí. Le doy las gracias por haber dado el paso pero… ¿Para qué dos hijas? ¿Por qué tanto tiempo? Si ya tenía dudas después de la perdida del primer embarazo. ¿Para que seguir?. De eso ya hace 10 años y mi hija mayor acaba de cumplir 9.. ¿Para qué?
 
— ¿De verdad no te puedes responder a ti mismo?. —me dijo
 
¿Para «estirar el chicle»? ¿Para ….? —no me dejó continuar.
 
— Vamos a hacer lo siguiente. No me lo digas a mi, díselo a ella pero con esto —puso una raqueta en mi mano— Cada cosa que le digas se la sueltas con un buen golpe sobre este cojín. Tienes una constitución fuerte por lo que «no te cortes». A mi me ayuda sacarlo con insultos. Aquí no hay nadie pero cerraré las ventanas para que estés más cómodo y puedas soltarte bien.
 
 
23:49. Muchas han sido las cosas que he sacado en ese rato. Si se llega a tratar de una alfombra lo que golpeaba poco polvo le habría quedado.
 
  • ¿Por qué tantos años de mentiras? Yo era el «pagafantas».
  • Tantos años limitado por tu puta enfermedad y ahora puedes. ¡Una curación milagrosa!.
  • ¿Enferma? Enfermedad de mis cojones.
  • No vivimos con necesidades. Por suerte con mi sueldo nos llegaba pero, por poco que hubieses traído habríamos sido «los reyes del mambo».
  • Para mi continúas en una mentira. De depender de tus padres a depender de mi, de nuevo tus padres y ahora tu hermana pequeña. ¿Ahora sí?
  • Me alegro de que estés trabajando, mejor para las niñas ya que les podrás dar más. Me alegro de que eso no te permita ver a las niñas en ocasiones aunque sea triste para ellas. Me alegro por que es, de alguna forma, una forma más de pagar.
  • Ahora sí es tu casa. Ahora que es una responsabilidad para ti, ahora que por fin puedes entender lo que supone al vivirlo de verdad.
  • Deseo que te estampes. Ojalá a tu hermana le valla genial pero, aunque mezquino por mi parte, deseo que no puedas, que te resulte difícil.. parece que todo te llega dado en bandeja de plata.
  • Pero claro, ¿Qué demonios serías capaz de lograr por ti sola?
  • Quiero restregarte por la cara todas esas palabras que me has ido soltando. Como ocurrió con el «corre, corre» de la escalada. Quiero tener la ocasión idónea para poder soltarte lo del «picón en tu zapato», «lo de que le iniciar una relación ya no entraba en la conversación»,…. Las tengo todas grabadas a fuego y te están esperando.
  • «Gracias» por guardarme «un duelo» de 12 horas.
  • «Gracias» por el encuentro del mercadillo.

Mientras descargaba golpe tras golpe intentaba retorcer el Grip o agarre de la raqueta. Mi terapeuta me animaba a continuar con más fuerza aún. De lo que yo tenía ganas era de darle con el marco en lugar de con las cuerdas para producir más daño.

En el momento en el que los golpes se comenzaron a espaciar me indicó que no lo verbalizara, que los soltase de continuo . Fue como la descarga final, solo sonora, de un espectáculo de fuegos artificiales.

— ¿Cómo te encuentras?—me preguntó al dejar de golpear.

Buff.. tengo menos rabia, está más suelta pero sigue estando ahí. Me gustaría contar con una respuesta o una réplica a todos esos golpes. Sé que no serviría para nada pero me gustaría conocer esas respuestas.—le dije.

— Lo primero es descargar la rabia. Se trata de lo primario y lo que estás sintiendo. Las respuestas llegarán después, cuando dejes la rabia. Tienes que tener cuidado con intentar verbalizar o argumentar la rabia. Si lo haces se puede terminar convirtiendo en culpa.—me indicó.

—Sí, en ocasiones me he visto «rescatándome». Comienzo a argumentar y a justificar sus actos, esto me coloca como «malo». Me lleva a sentirme culpable. Cuando me doy cuenta me digo a mi mismo «¿Pero que estás haciendo?. No existen culpables, tú no eres culpable, no eres el malo«.

—Por el momento se trata de soltarlo, de descargarlo. Posteriormente podrás elaborar y llegar a entenderlo.

Finalizamos la sesión con un pequeño ejercicio de respiración con el que intentar llevarme a un estado de calma. Una vez finalizado me advirtió que la rabia continuaría por aquí y debía estar atento a ella. Yo me he propuesto acercarme a la finca de mis padres para «saludar» a alguno de los troncos caídos con el hacha. Puede ser una buena forma de continuar sacando.

Mi terapeuta volví a decirme que le habría gustado poder grabarme:

—Se te borró tu hermosa sonrisa y pasate a ser alguien con quien preferiría no tener que cruzarme por la calle. Producías miedo…

Cuando salí del despacho pase a recoger a mi hermana y acercarla a su casa. Le comenté un poco de la sesión y creo que, en cierta forma, se sorprendió de que todavía tuviese esa rabia «guardada». Creo que a mi también me sorprende.

Hablamos también de Anabel, le comenté que ya hacía casi una semana que no la veía debido a nuestros respectivos compromisos. Ella me recomendó que buscase «una suplente» para esos «huecos». Me da la impresión de que tiene miedo de que repita el patrón o puede que considere que es pronto para «esa implicación». Le respondí que estaba muy tranquilo con ella y por el momento no quería nada más con nadie. ¡Bastante tengo conmigo mismo y una sola chica!.

Reconozco que después de esta sesión puede que sea yo el que ponga un poco más el freno. Necesito poder vivir solo. La definición exacta es «necesito saber que puedo ser feliz estando solo«. No quiero decir que no continúe con Anabel, son compatibles, pero será de una forma más tranquila y relajada por mi parte. No me quiero desviar de mi objetivo.

Esa tarde recibí a mis niñas y pasamos un muy buen rato antes de entrar en la rutina del baño, cena, etc. También hablé un poco con Anabel. Le conté que estaba un poco revuelto después de haber trabajado la rabia en la sesión de la tarde. No sé que pudo entender o pensar pero  «se quitó de en medio» con mucha rapidez. Todavía hoy, cuando hemos vuelto a hablar, me ha preguntado si estaba bien al respecto.

—Sí, estoy perfectamente. —fue mi respuesta.

Ya me he despedido de mis hijas. Lo hago siempre la noche anterior para no hacerlo con prisas mañana. Lo hago con sinceridad:

— Lo he pasado genial con ustedes mis amores. Las echaré mucho me menos pero espero que lo pasen muy bien y que se diviertan mucho con mamá.

Las niñas me han comenzado a preguntar sobre cuando nos volveríamos a ver y cuando volverían a dormir en casa…. Yo no digo que no sean felices con su madre, creo que lo son, pero estoy seguro de que aquí lo sienten realmente.

Me voy a la cama. Las quiero mis viditas. En breve comenzarán las vacaciones de Navidad y haremos realidad todas las cosas de las que hemos hablado hoy. Las amo.

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