01 de Diciembre de 2019

23:43. Creo que es la vez que más tiempo ha transcurrido desde la última vez que escribí. Fue justo al inicio de mi último turno con las niñas. La verdad es que lo pasé muy bien con las niñas así como el tiempo que estuve sin ellas.

Antes de comenzar a escribir la entrada anterior estaba hablando con Anabel y le indiqué mis intenciones de ponerme con la pluma. Ella sabé que administro este blog y que se trata de mi diario. No lo lee, no conoce la dirección y lo acepta como algo que prefiero que no conozca. Muchas veces le nombro lo que escribo o las interacciones que tengo que con algunos de los seguidores. En esa conversación fuímos un poco más allá.

Me indicó que si me apetecía le podía contar algo de lo que iba a escribir. Tenía que poner la última sesión de terapia, así como mis sensaciones del día 22 y las de 3 días antes. Como se lo enviaría a mi terapeuta le indiqué que también se lo podía enviar a ella, aunque la avisé de que empezar por una sesión de terapia era un poco «heavy».

— En realidad no me has dicho nada de la terapia de esta semana… Una pregunta. ¿Te sigue haciendo falta ir??? —me preguntó.

— La sesión muy bien. Es una pregunta interesante. Comencemos con que creo que pocos son los que no debería ir. En mi caso sí, todavía me falta para lograr lo que me propuse cuando comencé. No empecé por mi ex aunque la separación fue «la luz» que me decidió a comenzar con la terapia. —le respondí.

—Sí, en realidad desconozco la razón. Una piensa siempre que vas a terapia para superar una ruptura y aceptar que la otra persona te ha dejado. Después de conocerte un poco más creo que no es por esa razón.

Mi respuesta fue un poco extensa:

«Comencé por mi y por mis hijas. Por supuesto la terapia me ha ayudado a dejar cosas atrás de mi ruptura, como la culpa, y a entender otras tantas.

Me di cuenta de que tenía un gran margen de mejora en todo lo emocional. Esa «mejora» o evolución, como yo la llamo, creo que es «para mejor» en mi caso y por su puesto para mis hijas. Eso es lo que continúo buscando.

Muchas respuestas están en nuestro interior. Por el momento continúo descubriéndome a mi mismo. Conectando con el [Mi nombre] del presente intentando entender al del pasado y sus raíces.

Suena profundo pero en realidad es muy simple. En muchos sentidos soy un desconocido para mi mismo y lo primero es saber cada cosa que siento y porque lo siento de esa forma.«

La madrugada del 25, realicé la transcripción y tuve muchas dudas sobre si se lo enviaba a ella o no.

— La verdad es que he tenido dudas sobre enviártelo. Lo habitual es que se haga público dentro de dos meses y no tan pronto. Te vas a «enfrentar» a información que viene de atrás y desconoces. Cualquier dura que tengas no lo pienses, pregúntame primero por favor.

Con ese mensaje se lo envié.

El lunes 25 fue la tarde con su madre. Esa mañana Anabel me sorprendió invitándome a tomar un café. Pensaba que ella tendría actividades programadas y no esperaba verla hasta el jueves. Me preguntó como tenía la semana y después del resumen (niñas, trabajo, actividades,…) me comentó de quedar esa misma mañana.

Le apetecía subir a mi municipio con lo que nos vimos a la entrada del mismo. Pasamos gran parte de la mañana charlando en una cafetería muy céntrica. Como siempre fue un muy buen rato; libertad, sinceridad y mucha complicidad. Ella tenía que trabajar esa tarde por lo que no pudo ser mucho tiempo.

Llegado el momento de despedirnos en la zona de aparcamiento me di cuenta de que, al igual que yo, no sabía muy bien como hacerlo. ¿Dos besos, un pico?. Le di un abrazo y le susurré al oido:

¿Cómo nos vamos a despedir tú y yo?

—¡¡No lo sé!! — fue su respuesta.

Al dejar de abrazarla me pidió que le diese un beso y con un pico nos despedimos.

Los siguientes días han transcurrido con mucha tranquilidad. La noche del 27 mis hijas durmieron en casa de mi hermana ya que me fue imposible cuadrar un turno de trabajo y no las podía llevar al cole. Ha sido la primera noche que no puedo pasar con ellas estando en mi turno.

El siguiente día, después de un turno de 24 horas, volví a ver a Anabel. Quedamos para cenar en su casa, nueva velada de mucha charla, risas, juegos y ternura. Delimitamos nuestra relación. No le ponemos nombre, puede que por miedo o porque no tenga sentido hacerlo. Por el momento lo «disfrazamos» de continuar conociéndonos.

— No sé lo que somos. Estoy muy a gusto contigo. Tengo claro que para…, para mi no eres una «follaamiga». No sé que pero eres algo más que una amiga. Tengo claro que mañana cualquiera puede decir «adiós» y sólo podríamos tener un buen recuerdo de todo esto por lo sinceros que hemos sido.

Creo que con esa definición que le di a ella es la mejor forma en la que lo puedo explicar.

El día 29 disfruté de mi tarde con la niñas. Comimos en casa de mis padres, ellas no estarían el fin de semana conmigo y así podrían ver a sus abuelos y sus abuelos verlas a ellas. A continuación fuímos a escalar. Ha sido una gran tarde.

Ayer sábado nuevo turno de trabajo y hoy ya es día 1. Ocho meses que han pasado volando, parece que fue ayer y son muchas las cosas que han ocurrido.

Hoy he visto a mis hijas. La escuela celebraba un acto para recaudar fondos y, aunque no estaba seguro de asistir, al final he pasado por ver a las niñas. He visto a Ágara por un segundo y a mis hijas por unos minutos. Mi hija mayor, Aroha, estaba con mi ex-cuñada Amelia. Rato después ha llegado la pareja de Ágara. Ocho meses después nos hemos visto las caras después de tantos años.

No ha sido agradable. Estaba de la mano de mi hija Alba. Creo que ninguno esperaba encontrarse, no de esa forma. Se quedó «petrificado», esperando alguna reacción por mi parte. Ha sido Alba la que, tirando de él, nos ha sacado de la situación. Imagino que la niña le querría enseñar su aula. Esa imagen, la niña tirando de su mano, la tengo grabada en mente.

Tenía otro compromiso pero tampoco me apetecía permanecer allí. Al poco rato me despedí de Aroha y de Amelia.

— ¿Ya te vas? —me preguntó Amelia.

—Sí. He venido por la niñas y ya las he saludado. El resto de encuentros no me interesa.—fue mi respuesta antes de irme.

Comí en familia y pasé la tarde con mi hermana y cuñada realizando una compras.

No me encuentro mal pero continúo con esa imagen en mi retina. Desprecio a Ágara por eso. Sé que la vida continúa para todos pero esta parte cuesta. Mi hijas tendrán algo similar a mi lado, o no, llegado el momento pero reconozco que esa parte no es fácil para mi. Sabía que el momento en el que me tendría que enfrentar a esto llegaría, hubiese preferido que no se produjera.  No me hago a la idea de que mis hijas puedan tener una relación similar a la mía con otra persona. Pienso que eso no es así pero es mi sensación y por eso desprecio a su madre.

Me intento analizar a mi mismo, ¿Es por Ágara?. No, no me importa con quien esté o lo que haga pero mis hijas… Deseo que esa relación termine, que ella esté sola un tiempo y las niñas tengan más tiempo para asimilar. No las veo mal y entiendo que mi deseo puede que no tenga que ver con la realidad. Entonces ¿Es por Ágara? No, yo no quiero volver con ella.

Sí, es ella. Ella fue «la mujer» pero ya no lo es. Ella me rompió, me abrió los ojos   y vi que no funcionaba pero era ella.

Me toca digerir esa imagen y continuar asumiendo la nueva vida de mis hijas, la mía propia. Deseo que la situación le reviente a Ágara en la cara pero no quiero que mis niñas sufran.

Buff, mañana será otro día y el martes volveré a estar con ellas. Lo dejo por aquí.

Buenas noches mis amores. Las quiero con locura mis viditas.

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