23:35. Mi estado de paz y tranquilidad continúa. Ayer pasé el día sin las niñas, las llevé a la escuela y me las entregó su madre poco después de las siete de la tarde. En cierta forma me pude dedicar a mi, saliendo a correr por la mañana, y a las niñas, realizando unas compras que tenía pendientes para ellas.
Antes de entregarme a las niñas Ágara me envió una sería de mensajes donde me relataba una conversación que había mantenido con Alba, nuestra hija pequeña. Me resultó graciosa por una respuesta que le dio la niña. Hablaban sobre lo adecuado de que la niña llevase, o no, un objeto al cole (la niña quería y ella no):
— […] y me contesta que yo no mando en casa de papá, que ella hace lo que quiere […]
Lo reconozco, me he reído mucho al leerlo. Incluso le he respondido que me parecía bueno que la niña tuviese tan clara la situación de poder en cada lugar.
En cierta forma, y sólo en cierta forma, entiendo que me comunique el fondo de esa cuestión. Expresarme tanto ya no lo comprendo tanto. Como he dicho en entradas anteriores, tal vez es ella la que pretende se transparente ahora o esté de buen rollo.
Por la noche lo hablé con mi hermana Alicia y tampoco terminaba de entenderlo. Bueno, ni eso ni otras muchas cosas. La respuesta de la niña le hizo mucha más gracia que a mi. Ella me recordó que ese mismo balance de poder fue el que les dijo Ágara a las niñas. Parece que lanzó un boomerang y ya le ha llegado de vuelta. Mi hija de 5 años pide argumentos para todo y tiene la capacidad de utilizarlo en cuanto le dan la oportunidad.
Hablamos también de otros aspectos que, aunque pertenecen al camino de Ágara, nos mantuvieron «entretenidos» un rato. Concluimos que ya estaba bien de darle importancia a ese tipo de cosas.
He podido terminar de preparar los días 12 y 14 de agosto para su publicación en el blog. Me he emocionado mucho con el día 12, por mis hijas y conmigo mismo, entendiendo la descarga que supuso para mi.
Esa entrada también provocó que mi mente volase creando dos discusiones con Ágara. En ellas le expresaba mi firme decisión de no querer ni saber absolutamente nada de ella. Las he visto pero no las he cortado, debería pero me sentí bien al expresárselo. No tenía sentido el permitirme desarrollarlas en mi mente pero por otro lado esa ha sido mi terapia, mi forma de decírselo.
Antes, en el pasado, era así para sacarlo pero «escondiéndome» de ella, hoy consiste en sacarlo para limpiarlo. Al menos yo le veo el sentido y la diferencia. Probablemente lo escriba el fin de semana y se lo envíe a mi terapeuta.
Mis gustos musicales han variado, lo hacen con mi estado emocional. En estos momentos estoy principalmente con dos canciones. Una me la mostró Anabel y la otra ha sido todo un re-descubrimiento de un clásico.
La letra de esta canción contiene unas frases que tanto a Anabel como a mi nos resultan brutales:
«Estoy en medio del que soy y del que tú quisieras. Queriendo despertar pensando como no quisiera. «
La otra es una versión de una vieja conocida. Es impresionando el cambio que le da la participación de Pablo Alborán.
Alguna más tengo como:
- El Adivino, de Abel Pintos. Descubrimiento que hice gracias a Camilú. Fue ella también la que me «presentó» hace ya algún tiempo Ojalá, de Beret.
- O el último de hoy: Adrián Campos, youtuber al que seguía por sus tutoriales de guitarra y del que he descubierto sus canciones hoy.