11:38. ¡Cuántas cosas para contar!. El día de ayer fue de lo más completo. Lo comencé con una visita el Fisioterapeuta, parece que mis problemas han encontrado solución y el domingo podré salir «a probar». Tengo muchas ganas de retomar mis distancias habituales.
Inmediatamente, tras el trayecto en coche, sesión de Terapia. Cómo siempre el ejercicio de costumbre a su finalización, trasladar lo realizado y experimentado. En esta ocasión no ha sido necesario ni decirlo, ella ya sabe que está en mi rutina.
Tengo que reconocer que lo trabajado en terapia es parte fundamental de este recorrido que estoy haciendo. Pienso que no habría llegado tan rápido al punto actual sin este recurso.
Bueno comencemos.
Tras nuestro saludo en forma de abrazo y un beso la pregunta clave:
—¿Cómo estás?
—Bien, muy bien.—(Me encanta escribirlo aquí)
Le relaté lo ocurrido en estas semanas; lo más significativo respecto a las niñas, la carta de mi ex, mi respuesta y las razones de la misma,.. Respecto a esa solicitud de mi ex reconocí que probablemente se lo facilite, aunque con la condición de que volver a cambiarlas tras esos 18 meses de ayuda. Para eso le pediría tener otra solicitud ya firmada por ella.
—Ojalá me de una bofetada sin manos demostrándome que no es así pero creo que no resolverá nada de su situación por recibir esa ayuda, 18 meses pasan muy rápido. También tengo que reconocer que, en este momento, siento que soy yo quien «la lleva a tierra» por no facilitarlo. “¿Vivir de las niñas?. Ponte a trabajar bonita!!!” Sin embargo no tengo ningún derecho a ello. Probablemente darle esa solicitud firmada será el acto de mayor suelta que pueda hacer con ella.
—Si esa es tu forma de hacerlo y te quedas tranquilo me parece perfecto. Mientras me lo contabas pensaba lo mismo respecto a que será un gran ejercicio de suelta. Lo harás cuando estés preparado.—fue su respuesta.
También le conté mis logros al no verme afectado por algunos echos, al menos no como lo habría estado no hace tanto tiempo. No tiene sentido que me afecten, no me corresponde a mi darle vueltas a todo eso, esa ya no es mi vida.
—Ahora llega la otra parte; El día que Ágara me entregó la carta conocí a la amiga de mi vecina, Anabel.—Le recordé como había sabido de ella por mi vecina.—Nos estamos conociendo, me resulta muy atractiva y agradable. La verdad es que todo es muy fluido, cómodo y fácil. Esta noche ceno con ella en casa.—Con esto terminé de exponer lo ocurrido en estas semanas.
Me hizo algunas preguntas respecto a Anabel y pudimos hablar un poco más del pequeño recorrido que llevo con ella.
—Tenía una idea para la sesión de hoy pero nos vamos a tener que desviar otra vez. Quería comenzar con la ira pero ahora mismo no la veo en ti. Estás sonriendo y te brillan los ojos. Tendría que ponerme a escarbar para ir a buscarla. Lo trabajaremos en otra ocasión.—Comenzó ella.
A mi me habría gustado poder trabajarla, incluso había pensado, días atrás, en enviarle un mensaje para indicárselo. Continúo con rabia, ha disminuido pero sigue estando ahí. Me gustaría poder quitármela de encima y para eso creo que tenemos que trabajarla. Entiendo que no era el momento, mi estado emocional no era el idóneo para eso. Sé que lograré dejarla atrás.
El nuevo ejercicio propuesto consistió en una retrospectiva dividida en 3 etapas: mi relación, los últimos meses ya separado y el momento actual.
—¿Qué sientes cuando miras tu relación con Ágara?.—Comenzó con esa pregunta.
—Tristeza, había una gran tristeza. También reproches, callados pero si sentidos. Hacia ella por no ser capaz de salir de esa situación durante tantos años. Cansancio.
Le relaté las “revelaciones” que había tenido el 3 de septiembre, lo muerta que estaba nuestra relación.
— Con todo lo que has descrito sigo con las dos mismas preguntas: ¿Por qué tanto tiempo con esa situación?¿Para qué?.—Continuó ella.
—Era mi proyecto de vida, viéndolo ahora es posible que ninguno conociese realmente al otro. Puede que yo estuviese esperando y enamorado de lo que quería que fuese, lo que deseaba de ella, lo que alguna vez fuímos …. Realmente no era nada de eso.
—Yo no creo que no se conocieran. Se conocen y muy bien. ¿Por qué? ¿Para qué tanto tiempo?—Volvió a preguntarme.
—Mi círculo eran ella y las niñas. Mi familia estaba pero a un lado. Además ese circulo estaba conformado con las niñas en el centro, ella rodeándolas y yo pivotando sobre ella, entrando hasta a las niñas cuando ella me lo permitía. No había más. Tengo mil y un conocidos pero no amigos. ¿Qué me quedaba sin ella?. Soledad. —Fue mi respuesta.
Visto ahora, mientras escribo, vuelvo a mi sesión anterior, a su conclusión; Pena, Tristeza, Soledad y Miedo.
Miedo, volvemos al miedo. No estoy solo, ahora incluso comienzo a ampliar mi círculo, entran nuevas personas en mi vida, mi relación con mis hijas no tiene ni punto de comparación (todavía me rio del comentario de mi ex sobre la necesidad de hacer vínculos con las niñas),….
—¿Esa relación que describes con los demás estaba, de alguna forma, dirigida por ella?—continuó mi terapeuta.
—No. Siempre me he relacionado de esa forma. Llego a un lugar y me llevo muy bien con todo el mundo. Entablo relaciones de amistad pero cuando, por las circunstancias que sean, me retiro de ese lugar no las mantengo.
Llegamos a la conclusión de que es algo en lo que tendremos que profundizar para ver la razón.
—¿Y si miras al de después, al de la separación?—Continuó con el ejercicio.
—Ese está hecho “una mierda”. Está metido en el pozo, no se si llegó a tocar el fondo pero si no lo alcanzó estuvo muy cerca.—sentencié.
—Yo creo que si llegó y de haber sido otro tu carácter habrías estado un tiempo tirado en una cama llorando y sin poder reaccionar. Pero, volviendo a esa etapa ¿Qué es lo que sientes exactamente?.
—Veo pena pero también veo oportunidad. Pena ya que pienso que sí había que salvar, podríamos haber sido grandes, pero ella ya no estaba. Oportunidad por la opción al cambio, aunque esto soy capaz de verlo ahora.
—¿De verdad crees que había algo que salvar, alguna opción de lograrlo?.-Insistió.
—Sí, yo creo que era posible. Yo lo vi, retiré la coraza, cambié, he cambiado mucho en este tiempo. Teóricamente ella también, ahora es capaz de lo que antes no podía. De haber estado los dos en ello sí.—Respondí
—[Mi nombre] es cierto, tú iniciaste el cambio, retiraste la coraza pero, sinceramente, ¿Crees que ella ha cambiado?.
Después de pensarlo y analizarlo la respuesta fue clara.
—No, creo que no lo ha hecho. Ha cambiado de pareja y de domicilio, nada más. Ojalá esté equivocado, ojalá se produzca pero yo no soy capaz de verlo.—fue mi respuesta.
—Por muchas razones, al igual que tú ahora, las motivaciones y los impulsos que nos mueven van cambiando. En tu caso tu cambio o incluso esta nueva chica, que un poquito también tendrá que ver, te permiten ver, hacer otras cosas, pensar diferente. En el caso de ella “las chispitas” por ese chico y otras razones le permiten hacer esas cosas pero ¿Un cambio en ella?. No la conozco, mi referencia eres tú y los echos que me has relatado. No creo que ese cambio hubiese sido posible….. —Ella continuó con el ejercicio—¿Y sobre tu estado actual?¿Descríbelo con una palabra?.
—Utilizaré 3: Libre, Tranquilo y un poquito de Felicidad. Ahora miro hacia delante y no es por esta chica. Yo todavía estoy aprendiendo a vivir solo. Ella y yo nos estamos conociendo y aunque, en un momento dado, me pueda acompañar parte del camino, yo continúo viendo el camino que me falta, mi evolución, como el objetivo y no me quiero desviar. No me cierro a nada, ahora se trata de acompañar en el trayecto no de vivir por o para alguien. Sin embargo siento miedo a que me hagan daño y a hacer daño.
Sobre estos miedos me dijo que el primero, después de un proceso de este tipo, era completamente normal. El otro no lo entendía. Trate de explicarle que sabía perfectamente lo que dolía y no quería producirlo en otra persona. Mi terapeuta me desmontó ese pensamiento rápidamente. Es cierto y tiene razón, mientras sea claro no soy responsable de lo que hagan o puedan sentir otras personas.
Terminamos la sesión comentado lo acertado de la siguiente imagen con la que me cruce en Instagram sobre la sanación emocional,
Habíamos hablado de ella durante la sesión y aproveché el final de la misma para mostrársela.
Hasta aquí la sesión, paro para comer y pasamos a la cena. He ido escribiendo a ratitos y son las 14:00.
14:47. Al salir de terapia fui a comprar un par de cosas que necesitaba para la preparación de la cena. También había quedado con Anabel en que pasaría por su lugar de trabajo, en esa zona, para saludarla. Hablamos durante 10 minutos y nos despedimos hasta la noche.
Comí en casa de mi hermana y sobre las 4 ya estaba en casa entretenido con la cocina y los detalles de la casa. Estuvimos varios días hablando sobre el posible menú, finalmente nos decantamos por comida japonesa, no es complicada pero si laboriosa.
A la hora señalada me llamó para decirme que ya estaba en la zona y salí a recibirla. ¿Banal, lo típico? Me da igual, estaba muy, muy guapa y así se lo dije.
Mientras hacíamos los preparativos con lo que ella había traído comenzamos a hablar y así estuvimos hasta las cuatro de la mañana. Sobre esa hora nos despedimos con la intención de poder descansar un poco para atender nuestros respectivos compromisos laborales de hoy.
Tocamos todos los temas que quisimos, con libertad, apertura y sin vergüenza. Al final de la noche comentamos lo cómodos que nos habíamos encontrado. La verdad es que fue muy, muy fluido. Me preguntó sobre como me sentía ante este «nuevo echo» en mi vida, después de tantos años de relación. Le dije la verdad, me sentía genial, pero no tuve la capacidad de poder describir todo lo que sentía. Creo que ahora sé como hacerlo para que se me pueda entender.
En su caso, unos años mayor que yo, ha pasado por varias relaciones de cierto tiempo. La más larga fue la última de la que nació su hijo. En mi caso Ágara es la única relación desde la adolescencia. Es cierto que mantuvimos varios «descansos», antes de los 30 años, en los que mantuve 2 cortas relaciones con otras chicas. Sin embargo la realidad es que siempre fue Ágara.
Si lo pienso, esta ha sido mi primera experiencia de tener «una cita» en casa. Me sentí bien pero, y no es que fuese necesario, no encontré nada con que compararla o como referencia para poder expresarlo correctamente. Creo que esta fue la razón por la que no se lo pude describir a Anabel.
Entre los muchos temas que hablamos, donde salió parte de lo tratado en la sesión de terapia de ese día, llegamos hasta el momento en que le dije a mi hija que podría leer el diario a los 14 años. Me arrepiento de eso. Como ya me dijeron en su momento, eso sería hacer que la niña tomara parte en una historia de dos. No es justo para ella.
También le expliqué a Anabel lo que, en su origen, había significado el diario para mi. La descarga que me ofrece actualmente y la terapia que significa el repasarlo, cuando lo traslado al blog. Le dije que una vez me pareció que la historia tenía potencial, desde mi punto de vista, la había puesto online en forma de este blog. En realidad fue mi hija quien hizo los honores el 20 de mayo.
—Yo no quiero que me conozcas por el diario. Ese soy yo pero estoy sesgado por los acontecimientos de ese momento y quiero que me conozcas por mi totalidad. Que conozcas mi presente y no a un yo del pasado, aunque sea cercano. Evidentemente estoy aquí después de pasar por ahí, mi presente llega de ese pasado.
Me indicó que no le interesaba, en ningún momento me preguntó por su nombre o la dirección del mismo. A partir de ahí el diario o el blog estuvieron presentes en la conversación cuando tenían algo que aportar por lo escrito o recibido.
Pensándolo ahora creo que ha sido un gesto muy bonito por parte de ambos. Estoy en una etapa muy sincera, soy un libro abierto y no escondo nada, ni de lo que pienso ni de lo que siento. No quería que el blog fuese un secreto, no tenía sentido.
Me preguntó por el día en que nos conocimos y si recordaba la vez anterior que la había visto. Evidentemente recordaba el momento de esa noche en la que me vio desde la ventana de enfrente. [Salía de mi casa y una figura femenina, a contraluz, no dejó de mirarme, lo cual me extrañó. Posteriormente pude saber que era ella.] Además, mi vecina me había dicho que le había resultado «interesante» a una de sus amigas. Fue desde su casa, la de mi vecina, desde donde me miraba esa noche que he señalado.
Esto último no se lo dije y la verdad es que me genera un cierto malestar. No sé si sería traicionar la confianza con mi vecina quién, después de todo y en cierta forma, ha propiciado este encuentro. Sin que tenga mucha importancia, ya que ninguno está aquí obligado o engañado, tengo que pensar si se lo digo o no. Como estoy ahora se lo diré y seguramente muy pronto.
Mirando lo más carnal, mientras conversabamos el salón, después de cenar, me habría gustado «bailar con sus labios» pero, por otro lado, preferí no mezclar eso esa noche. Estaba muy, muy a gusto y no quise estropearlo o tal vez habría sido mejorarlo. También es cierto que habíamos hablado y no íbamos con esa expectativa por lo que, en cierta forma, lo dejé en sus manos; «Yo no quiero empañar esto pero si ella se atreve…» Creo que la empiezo a conocer y no creo que su timidez se lo permitiera en ese momento. La próxima vez, porque estoy seguro de que habrá próxima, no me contendré si el momento me invita a hacerlo.
Hoy me he encontrado muy bien. En realidad hace días que me encuentro bien ¿Paz? Podría ser. ¿Ira? tengo menos. Ayer de echo mantuve una pequeña conversación con Ágara mediante Whatssap y mi tono ha variado bastante. No vamos a ser amigos, mucho menos una relación de complicidad como la que, aun con todo, teníamos. Seguro que nos podremos comunicar bien respecto a las niñas cuando terminemos de pulir sus formas y mi ira. Todo va a su sitio poco a poco.
Lo dejo por aquí de momento. Buenas tardes mis amores. Pásenlo bien, las quiero.