«Héctor,
¿Ya te vas? He visto que has hecho tus maletas.
¡No! No pienses que mi intención es detenerte. Sólo quiero desearte buena suerte. La vida allá afuera es muy dura y es difícil encontrar lo que nosotros teníamos.
No pretendo reclamarte tu decisión, entiende que te amo y no quiero más que lo mejor para ti.
Pero… ¡Alto! ¿Escuchas como mi corazón se rompe? ¿se paraliza por tu partida?
Te voy a extrañar con todas mis fuerzas, pero lo entiendo. Es hora de que nuestros caminos se separen.
Sólo te pido un favor: no olvides todo lo que vivimos y sentimos juntos.
Fuimos eternos ¿lo recuerdas? y lo seguiremos siendo a través de este escrito que me quita la respiración y que me rompe en mil pedazos.
Fuimos eternos, Héctor, en verdad lo fuimos.
Pero hoy todo se marchita frente a mis ojos, dejándome sola, sin tu amor.
Buena suerte, te deseo de corazón.
Sigue tu camino, amor, que yo seguiré el mío con este estúpido nudo en la garganta que cargaré por siempre al verte.
Sigue caminando y sé eterno. No necesitas a nadie para hacerlo.
Adiós, cariño mío, amor, mi alma, mi eternidad.»
Eternos, Anne Kayve
11:52. Este texto pertenece al blog Entramado de Sentimientos, donde Anne Kayve va plasmando sus escritos. Leí esta entrada el día 15 y me removió bastante. Creo que es la más adecuada para comenzar a escribir el día de hoy.
Pensaba que sería un día duro, ayer tenía ese temor. Es una parte necesaria pero, muy dura. Acabo de llegar del juzgado, acabamos de ratificar el acuerdo. Bueno, eso creo, yo lo he firmado y me he marchado cuando ella pasaba a hacer lo mismo. Imagino que lo habrá hecho, le he pedido al abogado que me lo confirme.
Un paso más. Seremos eternos, al menos para mi era muy grande lo que teníamos. Nos quedan las niñas, los recuerdos y esos folios. Por todo esto lo esperaba mucho más duro, por lo que significan y ratifican esas firmas.
No lo fue, solo verla disipó esa sensación. Su aparente alegría y felicidad alejaron cualquier sentimiento de nostalgia. Firmé decidido y contento al obtener la estabilidad que ese documento nos da. Ya todo queda definido respecto a las niñas.
Sin embargo ahora, con lágrimas en los ojos y el nudo en la garganta. Ahora que la imagino celebrando este paso me despido de ella. Lo hago como lo hace la entrada de Anne Kayve.
«Adiós, cariño mío, amor, mi alma, mi eternidad«
Lo hizo hace tiempo pero hoy, más que cualquier día anterior, se hace más real que comienzo una nueva vida sin ella.
Es cierto que continuará mucho años a mi lado pero ya no es ella, no es mi amor, no es mi alma y ya no es mi eternidad.
Recuerdo el día que lloraba por no poder verme envejeciendo sin ella, comienzo a ver lejano ese momento. Anoche, leyendo de nuevo El buen amor en la pareja, Garriga indicaba que la rabia y la ira desaparecían al llegar a la completa rendición.
Yo continúo enfadado, con un gran rechazo hacia ella. Pero es cierto, no es por mi, se debe a que no comparto lo que está haciendo con las niñas. Creo que se equivoca profundamente. Es algo que corresponderá a mis hijas, tal vez en el futuro o tal vez nunca, pero a mi me duele.
Lo mejor será continuar en nuestra tónica mientras yo no pueda abrazar todo lo ocurrido. Con un poco de suerte no la veré el domingo al entregarle a las niñas y de esa forma pasaremos 15 días sin coincidir. Distancia, mientras más lejos mejor me repito.
Mañana vuelvo con mis hijas. En el peor de los casos solo me quedan estar horas de continuar pensando en esto. Sea como sea me corresponder vivirlo para continuar avanzando. Sanaré, recogeré mis pedazos y sanaré.
¡Adiós mi amor!.
Que tengan buena tarde mis viditas. Las quiero.
P.D. Después de escribir todo esto en el diario le he enviado el mail de respuesta a esa madre de la escuela. Recibí el suyo el 2 de septiembre, como respuesta al mío del 20 de agosto, y lo transcribo ahora:
«Hola [Mi nombre]:
Empieza septiembre. Se aproxima el cambio de rutina en nosotros, padres, y en nuestros hijos e hijas. Nuevos retos, nuevas alegrías… aunque con pena, despidamos el verano expansivo y cálido.
Espero que tus hijas comiencen el curso con ilusión. Y tú también. Van creciendo. Van «cambiando». Eres testigo de una gran transformación, lenta por momentos, rápida en otras ocasiones, pero maravillosa siempre. Sé que lo sabes, que lo experimentas, que lo sientes… eres tan afortunado. Somos afortunados, en realidad.
Te agradezco tus correos; el de tus hijas me encantó por cómo aprecias que las acompañe a mi manera, sencilla, desde el corazón, desde el alma. Sí, tus hijas han sido una luz en mi camino. Me puedo imaginar que para ti significan más que el aire que respiras.
Aunque ya han pasado casi dos semanas desde que me escribiste, es muy posible que sigas en el proceso de la rabia; tal vez no, quizás hayas cambiado de emoción o estés viviendo esos sentimientos encontrados que nos desconciertan.
Rabia, ira… cuánto se mueve dentro del ser humano. Esa imagen de la vida como un río es muy visual. La ira y la rabia es como ir por la zona de los rápidos en la que el agua fluye con tanta violencia que arranca todo lo que encuentra, troncos, plantas, golpea y moldea las rocas, las redondea sin cesar. Entonces llega el vacío; el agua cae con fuerza, hasta tal punto que crea belleza: una maravillosa cascada… para luego continuar su camino en un plácido lago de aguas tranquilas y cristalinas.
Sí, hay que dejar que las emociones fluyan, aceptar que están ahí, por un motivo o por varios. Aceptarlas es dar un paso adelante. Gestionarlas es otro cantar. Implica trabajo personal, pero la vida es tan mágica que nos va presentando pequeños regalos, detalles que nos hacen sonreír, alegrarnos, desperezarnos, soltar incluso una carcajada, sentir ternura, cariño… Poco a poco, con un ritmo marcado desde el Universo, con su sabiduría, esa montaña rusa, ese tormento, esa ira ante hechos inesperados, «inaceptables», ese dolor intenso… se transforma. Nunca sabemos cuándo. El Universo no entiende de nuestro tiempo, pero está de nuestro lado. Está de tu lado.
Cada vez que te «escucho» me sorprende ver lo «bien» que llevas toda esta situación que te llegó de golpe hace cinco meses. Cuánto trabajo personal: descubriéndote, aceptándote, queriéndote, viendo y reconociendo tu vida, aceptándola y revelándote… Estás tallando el diamante que eres. No cejes en tu empeño, aunque por momentos te derrumbes, aunque parezca que la tristeza, el dolor o la rabia te vayan a consumir. Tan solo lo parece. Tu Vida está de tu parte.
No sé si crees en los ángeles. Los tienes a tu alrededor, contigo, y a millones. Y aquí en la Tierra, por lo menos, tienes dos bellos angelitos, tan cerca de ti que con el solo hecho de pensar en ellos, es decir, en ellas, recibes su luz, su amor, su dulzura…
Lo demás dejará de existir. Se atenuará en ocasiones, se irá diluyendo, se desvanecerá. Creerás que fue una pesadilla, un mal sueño, un vago recuerdo. Tal vez te llegues a preguntar si realmente sucedió.
[…] Espero que de algo te sirvan estas palabras, aunque solo te demuestren que no estás solo, que tienes a unas cuantas personas que están a tu lado, que te escuchan, que te comprenden, que quieren que estés bien, pero que saben que esto es un proceso, que hay que esperar…
Cuídate mucho a todos los niveles. Como tú mismo dices, tienes una vida que vivir, tu vida. Eso es lo importante.
[Su nombre]«
A continuación mi respuesta:
«Hola [Su Nombre]:
En efecto ya estamos en Septiembre. Nos llega la rutina que nos ayudará a asentar todo lo ocurrido y a buscar cada uno su sitio.
Todos comenzamos con ilusión este nuevo curso y también, tengo que reconocer, con cierto miedo ante la incertidumbre de como se desarrollarán las cosas. Sé que nada controlamos al respecto y lo mejor es dejarse llevar, sobre todo en esta situación.
Mis hijas cada día me sorprenden con su amor y calor. En efecto somos muy afortunados.
En mi caso la rabia cambió a ira. Continúo enfadado, continúo con ira pero lo que más experimento ahora es un gran rechazo ante la que fuera la mujer de mi vida. Rechazo por lo que creo son errores respecto a su comportamiento con las niñas. Entiendo que si esto genera alguna «factura» les corresponderá a las niñas cobrarla, o no, algún día. Espero que no sea así pero, en vista de sus actos y decisiones, me cuesta creer que no sea así en un futuro. Existe el dicho de «quien siembra tormentas recoge tempestades», el tiempo dirá.
Como puedes ver no tengo sentimientos encontrados, no por el momento. Sé que cuando deje atrás la rabia y la ira significara que he alcanzado la rendición completa, la total aceptación. Puede que todavía no sea así. Hoy hemos dado un nuevo paso en este proceso. Paso legal que, al menos a mi, me proporciona una gran estabilidad al tener completamente definidos, por escrito y ratificadas las condiciones mínimas de mis hijas. En caso de cualquier discusión ya tenemos a donde recurrir para que no existan dudas por ninguna de las partes.
Dices sorprenderte por lo bien que lo llevo. No lo llevo bien, pienso que me está robando a mis hijas cada vez que se las lleva. Puede que me escude en mis hijas para no asumir mi propia soledad. Estoy muy arropado pero me siento solo. En efecto, es un camino de recordar quien era, como era, de vivir siendo yo. Por supuesto reconocer los errores cometidos, involuntarios sí, pero errores al fin y al cabo. El objetivo es mejorar, crecer, ¿cambiar?…. yo lo defino como evolucionar. Llegar al siguiente plano y continuar avanzando.
Estoy convencido de que me espera una vida maravillosa pero muchas veces continúo anclado a ese pasado, a esta realidad. Ese es otro aspecto que estoy y tengo que continuar trabajando. Al menos ahora soy consiente de ello y me obligo a que fluya. Son sentimientos en los que no puedo quedarme anclado. Los sentimientos tienen que venir e irse, no es bueno que se queden durante demasiado tiempo. Posiblemente este sea mi mayor trabajo en estos momentos.
No creo en los ángeles pero si en la luz y en el amor. De echo, es curioso, en uno de los ejercicios con mi terapeuta he definido a mi hija [Nombre hija mayor] como amor y a mi hija [Nombre hija pequeña] como luz. No he encontrado nada mejor para referirme a ellas y es que realmente es lo que son para mi. El incondicional amor de mi hija mayor me llena cada día y la luz que posee la pequeña me hace de faro, me ilumina el corazón y me proporciona toda la calidez que me puede faltar por momentos. Mis niñas me desbordan de amor. A veces pienso que de no estar ellas todo este proceso habría sido más fácil, más aséptico al no tener que mantener ningún contacto. Eso significaría renunciar a ellas y precisamente ellas son la razón de que todo merezca la pena, por duro o malo que pueda ser/parecer. Para mi es imposible renunciar a ellas.
Probablemente por todo esto que siento por mis hijas se me haga más difícil todo lo que les pueda ocurrir derivado de esta situación o de los errores que su madre y evidentemente yo podamos cometer o estemos cometiendo. Me duele verlas cuando no están bien, por ejemplo la semana pasada tuvimos un día complicado. [Nombre hija pequeña], la niña de la eterna sonrisa, no quiso quedarse en el cole. «Tengo ganas de llorar» fue la razón que me dio y como lo hizo en casa [Su Nombre]. Es su proceso, imagino que empieza a ver que esto no es una fiesta. Me alegro de que lo saque, por duro que me resulte. Me alegro de que lo haga y que, como su hermana, lo hagan conmigo. Si no lo pueden hacer por el otro lado al menos tienen la libertad, la confianza y la seguridad de poder hacerlo aquí.
Tus palabras sirven [Su Nombre]. Gracias por estar.
Un beso,
[Mi Nombre]
«