27 de Julio de 2019

11:03. Comencemos con la sesión de terapia de ayer:

Me encontraba bien y así se lo dije a mi terapeuta. Para como estaba hace sólo unas semanas el cambio ha sido bastante grande. Lo más importante es que puedo disfrutar de y con mi hijas, eso ha sido maravilloso.

Le conté las últimas novedades que ya he relatado estos días atrás en el diario. Llegamos a lo del semi-sotano de los padres de mi ex, al que yo ahora denomino «el pisito de soltera»; mi terapeuta se interesó mucho por como me había sentido.

—Pena, Tristeza,…, dolor—Esta última palabra me costó decirla pero evidentemente me duele.

La realidad es que me tuvo que «presionar» un poco para que fuese capaz de expresarlo.

Le comenté también que tenía la necesidad de soltarla ya.

—No quiero que estas cosas me continúen afectando de esta forma. Quiero poder continuar.

Ella me hizo varias puntualizaciones al respecto y también me explicó como parece que la sociedad actual pretende pasar las cosas sin vivirlas, con atajos.

—Eso no es lo adecuado ya que no vives y sin vivirlo no puedes dejarlo atrás, no se puede crecer—me dijo

Insistió en que llevaba un muy buen ritmo pero que en una relación tan larga, donde podría escribir mi vida mediante vivencias con ella, el proceso para lograr dejarlo atrás no podía ser instantáneo.

En efecto, juntos desde los 17 años, más de la mitad de mi vida con ella. Los momentos más importantes de mi existencia han sido junto a ella.

Respecto a la carta que escribí como ejercicio me dijo que le había sorprendido que la escribiese en presente y no hiciera referencia a nada del pasado. Le expliqué que, en efecto, para mi la ruptura se evidenció en ese momento. Esta claro que no estábamos bien pero ese punto es el que más presente tengo.

Sé que, por segunda sesión consecutiva, quería hacer un ejercicio concreto pero, en vista de por donde iba la conversación y dadas mis necesidades lo descartó y me ofreció uno diferente.

Yo le explicaba que no entendía su actitud conmigo, respecto a las niñas, y que me había cansado de este «circo» que, a mis ojos, ha montado. Esta especie de cortina de buen rollo que no es real y que, además, nuestra hija mayor ve que no es verdad. Ya no más, se terminó todo eso, ni una sola charla magistral más,… Si fuese posible me gustaría no volver a verla:

—Me gustaría no tener que verla. He pensado que sin las niñas todo esto habría sido mucho más fácil pero me tengo que comer un mensaje suyo cada día. Enviarle una foto de las niñas para que ella haga lo mismo y así saber algo de las niñas cuando están con ella. Incluso el cumpleaños de mi hija pequeña, que será el próximo mes, creo que cada uno lo va a celebrar por separado. No me apetece fingir, estar en un teatro. No quiero.

Le continúe explicando que yo quería «buen rollo» con ella, respecto a las niñas, pero ha cortado lazos de tal forma que es imposible. Hace tiempo yo ya expresaba que me daba miedo que llegase el día en el que ella buscase ese tipo de relación, respecto a las niñas, y fuese yo el que dijese «ahora no». Creo que ya estoy llegando a ese punto.

Ella me pidió que le explicase que tipo de buen rollo era el que quería con ella.

—Simplemente algo parecido al que tiene su mejor amiga con su expareja en todo lo que concierne a su hija.

Aquí fue donde me abrió los ojos.

—[Mi nombre], eso no es posible y tú sabes por qué.

—¿Por qué? ¿No quiere hablarme? ¿Me culpa de sus problemas? ¿De que no fuese capaz de salir de la situación en la que estaba?—le respondí.

—No [mi nombre], porque hay una tercera persona. Es imposible que eso llegue porque a ti te han tocado las narices y el enfado terminará saliendo, puede que ya lo esté haciendo. Ese buen rollo del que hablas sólo es posible cuando la pareja ha pasado un proceso real de intentarlo, terapia, meses de profundizar,…  Cuando se ha intentado todo y aún así no se puede continuar, es en ese caso cuando puede existir una buena relación. En tu caso ha sido muy rápido, sin nada de eso y con una tercera persona.

Yo le traté de explicar que realmente eso no era lo que más me dolía.

—¿Qué es lo que más te duele? Pero no me lo digas a mi, imagínala delante de ti y díselo a ella.—Me interrumpió.

—Me duele que antes no fueras capaz de todo lo que estás haciendo ahora. No lo entiendo, yo no te limitaba, al contrario, te animaba. De verdad que no lo entiendo. Me duele que me engañases. Me duele el corte de lazos que has hecho. Que ahora yo cambie de playa porque no me apetece ver o hablar con tus padres. Me duele haber perdido a tu hermana, mi hermana, la conozco desde que tenía 8 años y ya no está. Me duele no tener a mis hijas….—No pude continuar.

Ya no más, estoy muy enfadado, me ha roto completamente y aunque voy mejorando todavía me queda mucho.

Mi terapeuta me animó a colocarme en «su piel» y que tratase de responder a todos esos reproches que había lanzado.

—No puedo, sólo puedo decir lo que ella me explicó en su momento: «Yo he cambiado; con mis lecturas, la terapia, mi proceso de crecimiento. He cambiado y me he encontrado con la verdad delante de mis ojos«.

Yo continúo sin entenderlo. Ella ha soltado mi apoyo para sujetarse a otro. Según mi terapeuta ese es ahora «el motor» que le permite hacer todo lo que antes no podía.

Yo le respondía a mi terapeuta:

—Ojalá que no ocurra pero me da miedo. Le deso que sea feliz pero yo creo que no ha cambiado y si ese apoyo le falla… No lo digo por mi o nuestra relación. Lo digo por las niñas a las que algo les salpicará.

—Si eso ocurre algún día que los dioses se apiaden de ella.—Fue su respuesta.

También me dijo que era posible que si hubiese cambiado en ese tiempo, que se hubiese dado cuenta de cosas que no estaban funcionando bien.

Ella considera que mi ex me ha hecho un gran favor al darme la posibilidad de  redescubrime, de ver el ser sensible que está ahí y yo había ocultado.

Es cierto, el detonante de toda esta «evolución» ha sido ella pero no siento agradecimiento. Ahora siento rabia, mucha rabia.

Como ejercicio tengo que escribir todo lo que me haga daño. Voy a tener que cargar con una libreta todo el día…

Terminé la sesión diciéndole que quería terminar este proceso. Que para eso necesitaba un tiempo solo. No me considero bueno para mi mismo como para iniciar nada con alguien. Ella me dijo que no me recomendaba eso ahora mismo.

—No, no me planteo nada serio ahora. En este momento puedo repartir más dolor que amor.

Aquí terminó la sesión de este día.

Después de salir de su despacho pasé por un par de comercios y ya tengo pantalones. También fui a una práctica de yoga. Esta fue familiar ya que asistimos los tres hermanos y una de mis cuñadas. Salí un poco más tranquilo y pude hablar con las niñas.

Después de esto nos fuimos todos a comer algo y mientras les contaba algunos detalles de la sesión me volví a ir enfadando. «Enfadado con el mundo» me ha dicho mi hermana. Me comentó que ella también había conocido ese punto.

Por suerte el mensaje que recibí ayer me dio mucha paz.

Hoy continúo enfadado. He intercambiado un par de mensajes con ella y he sentido algo parecido al asco. Por otro lado me duele sentir eso por ella pero así estoy. Yo tengo la primera cosa para mi terapeuta.

Voy a ocuparme de la casa y esta tarde recogeré a las niñas para la salida de mañana.

Que tengan un día espectacular mis viditas. Hasta dentro de un rato.

P.D.: Acabo de cerrar la libreta donde escribo todo esto y me he encontrado con lo siguiente, se que es a mi medida y por eso me resuena pero bueno, este es mi camino ¿no?:

«Cuando termina una relación, el que fue leal se mantiene soltero hasta sanar las heridas, la otra persona entra inmediatamente a una nueva relación, buscan rápidamente pareja, porque no saben estar solas, es gente que no sabe quererse ni a si misma.»

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