23:05. Hoy ha sido un día especial para mi hija mayor. Por la mañana no ha tenido escuela por lo que hemos disfrutado de una mañana padre-hija maravillosa.
Por la tarde realizó su representación de fin de curso en un pequeño «teatro» de nuestra ciudad. Ha estado muy bien en las diferentes escenas en las que ha participado.
A esta representación, además de la mayoría de padres de la escuela, también han asistido su madre y sus cuatro abuelos. Mi relación con ella ha sido la que ella quiere: hola, adiós, temas de ropa de las niñas y poco más. Mucha prisa por marcharse como viene siendo costumbre. Yo por mi parte ya me dejo llevar por las emociones. Que se quiere salir una lágrima, pues que salga, etc, etc, etc..
Lo mejor del día ha llegado durante la cena con las niñas. Me han preguntado abiertamente y hemos hablado largo y tendido de la situación. Tengo que recordar que la mayor tiene ocho años y la pequeña cuatro. Fue esta última la que preguntó primero; intentaré reproducir toda la conversación:
—¿Pero cuándo va a volver mamá a esta casa?
—Mi amor ya sabes que ahora vivimos separados y eso por el momento no es posible. Además, como les dije el otro día, puede que mamá y papá ya nunca vuelvan a vivir juntos.
—Pero entonces, ¿Esto ya no tiene vuelta atrás?— respondió mi hija mayor.
—No lo se cariño y eso nadie lo sabe. Yo no te puedo decir ni que sí ni que no y mamá tampoco. Ninguno sabe lo que va a ocurrir.
—Pero, ¿Por qué tú no quieres que mamá vuelva? Es que aquí todo sería más fácil y mamá no estaría con comprar una casa,…—Así continuó la mayor aunque la final divagó un poco.
—Ya les dije que habían momentos en los que papá no quería ver a mamá, luego tengo otros momentos en los que sí me gustaría verla. Me ocurre lo mismo con que mamá esté en esta casa. Hay momentos en los que me gustaría mucho y otros en los que no.— Fue lo único que les puede responder a su pregunta.
—Claro, tú a veces piensas que sí y luego ves que lo mejor es que no.— Así lo razonó mi hija mayor.
—No exactamente. Cuando mamá y papá estaban juntos aquí las cosas no estaba bien, la casa no estaba limpia,….
—Sí, el polvo sin limpiar, mamá trabajando en el sillón, tú trabajando en el ordenador y nosotras un poco choff.—Palabras textuales con las que me interrumpió mi hija mayor.
—Sí mi amor. A mi me gustaría estar todos juntos pero no podría ser de la misma forma. Tendría que ser diferente en esos sentidos y alguna cosa más. Miren chicas ustedes tienen que saber que nosotros las queremos con locura pero además de eso mamá y papá eran una pareja…
—¿Eran?.—Me interrumpió de nuevo mi hija mayor.
—Si mi amor. Nosotros nos queremos mucho. Nos amamos porque las tenemos a ustedes, por todos los años que compartimos, pero no tenemos ese amor de pareja y sin eso no puede haber pareja. No se manda sobre los sentimientos. Incluso si uno tuviese ese amor de pareja no podría haber pareja si el otro no lo tiene. Tiene que volver a surgir entre mamá y papá, pero como les he dicho no se manda sobre quien se enamora uno. Mamá y papá tienen que volver a compartir pero, aún así, puede que no vuelva a surgir ese amor. Pero podríamos tener amor de amigos. Como los padres de [Otra pareja conocida separada con una gran relación de cara a sus hijos].
—Pero, ¿Tú no hablas con mamá?—Mi hija no se da por vencida con facilidad.
—Mamá y papá solo hablan entre ellos de ustedes ahora mismo, ningún otro tema. Con el tiempo esto cambiará pero ahora mismo de lo único que hablamos es de ustedes dos.
En este punto la pequeña comenzó a cantar, muy acertadamente, «Se nos rompió el amor»
La mayor puso cara de perpleja y le dije:
—Sí mi vida, hay una canción que dice «Se nos rompió el amor». Eso es lo que les ha pasado a mamá y papá. Nadie sabe si lo podrán arreglar.
Ambas me dijeron que lo habían entendido «un poco más». También les expliqué que hablar de esto me ponía muy triste y que por eso se me saltaban las lagrimas y me ponía como a llorar. Pero que llorar no era malo, ni que me viesen llorar, uno después de llorar se siente mejor y no hay porque esconder cuando se está triste.
Les dije también que a esto se sumaba la tristeza que me daba el que todas las cosas y los planes que estábamos preparando para estos meses eran cosas que me habrían gustado haber hecho todos juntos, con mamá; ahora las haríamos sólo nosotros, al estar separados. Esto me ponía muy triste.
—O como mañana, cada día que me tengo que separar de ustedes me pongo triste. Si por mi fuese las tendría siempre conmigo.—Continué hablando con ellas.
—¿Y por qué?—intervino la pequeña.
—Porque las quiero con locura. Pero también se que mamá las quiere igual y que ustedes también quieren estar con ella. Mamá sabe que yo las quiero mucho y que ustedes quieren estar conmigo. Por eso están unos días con mamá y otros con papá. Que mamá y papá no estén juntos no significa que las dejemos de ver a ustedes o que no las queramos o que no queramos verlas y estar con ustedes. Pero yo, cuando ustedes no están, y también me pasa a veces con mamá, me pongo muy triste y lloro.
La conversación continuó un poco más pero lo principal, lo que más me removió está aquí.
Una vez se lavaron los dientes la mayor me preguntó que tal le iba al Troglodita (seguidores y lectores). Le he dicho que muy bien y ella me ha respondido que está loco, que como se lo ocurre hacerle esas cosas al corazón. Yo le he respondido que el Troglodita no sabe, no entiende de sentimientos aunque está aprendiendo.
—Es un poco como papá. A raíz de esta situación papá se dio cuenta de que podía mejorar en algunas cosas. Por ejemplo en demostrarles a ustedes cuanto las quiero. En ese sentido papá es el troglodita pero, como él, estoy cambiando. Por eso voy a terapia por ejemplo, para que me ayude en ese cambio y ser mejor.
Mis hijas son maravillosas. Buenas noches mis amores.