Has venido y lo antes que has podido te has marchado con las niñas. Que duro se me hace despedirme. Me dolió horrores cuando nuestra hija mayor se me abrazó para despedirse y me dijo que le dolía la barriga.
Se que van a estar bien contigo pero como me duele. Estoy a años luz de mi zona de confort. Me has dicho hola, te he preguntado ¿Cómo estás? y si has respondido no lo he escuchado.
Nuestra hija pequeño te ha invitado a subir a su habitación para ver los cambios y los adornos que ellas pintaron. La mayor te quería enseñar lo que había practicado en el piano. Tú querías salir de ahí lo antes posible. Esta era tu casa pero tú nunca la sentiste así, al menos no los últimos años. Esta pasó a ser tu prisión. ¿Qué hicimos mal?.¿Qué hice mal?. Me culpo, me culpo sin tener porque.
Te quiero tanto, quiero que vuelvas a mi lado pero tú no quieres ni hablarme. Casi dos meses y continúo de esta forma. Tenías tanta prisa que, como me pasó a mi el martes, casi no aseguras a la pequeña a su sillita. ¿Te hace daño verme?¿Me tienes asco?¿Cómo hemos llegado aquí?
Te quiero mi vida, aunque tú no sientas lo mismo, aunque me obligue a tratarte con indiferencia. Te quiero y no se si algún día lograré dejar atrás este sentimiento.