11 de Mayo de 2019

Ayer resultó en un día complicado, de muchísimas lágrimas. Comenzó con amor al despertar a mis hijas, mucho amor diciéndole a ambas todo lo que las quería. «Te quiero a ti, a tu hermana y a mamá». Sí, a mamá la sigo amando aunque no podamos estar juntos.

Lloré junto a ellas al ver lo sólo que quedaría al dejarlas en el cole. Esa tristeza se transformó en enfado. Por desgracia ese enfado me hace estar muy seco con las niñas y ellas me lo notan. Al subirnos al coche tome a ambas de la mano, les pedí que me mirasen y les pedí perdón. No puedo permitir que esto se repita, no puedo dejar que mi enfado recaiga sobre las niñas en forma alguna. Una cosa es que ellas sepan que estoy enfadado, triste,… y otra que se vean afectadas.

Después de dejarlas en el cole regresé a casa para esperar que llegara a por sus cosas. Esperaba poder tener un encuentro cordial, incluso poder despedirnos con un abrazo.

La primera que llegó fue su hermana, la conozco desde su infancia, también es mi hermana. Se quedó en el coche y la invité a pasar. Esta era también su casa hasta no hace mucho, en realidad sigue siéndola. Lo primero que me dijo era lo delgado que estaba. Es cierto, la perdida de peso ha sido radical en muy poco tiempo. Anoche dejé atrás los 80kg y casi los 79kg.

Hablamos de su trabajo y sobre sus preparativos de boda. Todo muy bien hasta que me pregunto que tal estaba, ahí se me llenaron los ojos de lágrimas y se me formó el nudo en la garganta, «Mal, el día que me separo de las niñas es el peor de todos. Lo llevo muy mal.» Ya no pude hablar más con ella hasta unos minutos después.

Al poco rato recibió un mensaje, ya estabas aparcando o en la puerta. Tocaste y fui a abrirte la puerta, te invité a pasar y te saludé con dos besos. Nos dijiste que el transporte, un padre de la escuela con un furgón grande, amigo de ambos, se retrasaría un poco. Subimos y comenzamos a revisar y separar ropa de verano de las niñas. Tu hermana se puso en el ordenador para ir sacando los datos de tu sesión. Mientras separábamos la ropa te fuiste poniendo a la defensiva, no se muy bien por que. No quieres mi ayuda en ningún sentido. Te pregunté si necesitabas ropa interior para las niñas y me respondiste que no. Entonces te dije los comentarios que me habían hecho las niñas al respecto, tu me indicaste que ellas no te habían dicho nada. Te respondí que eso era lo que me habían contado a mi, desde los ojos de una niñas; que tú eras la que sabía exactamente con lo que contabas en casa de tus padres y que yo tenía «mil» prendas de ropa interior en los cajones. Más a la defensiva aún me respondiste que si pensaba eso mandase la ropa interior en la maleta que nos pasamos con las cosas de las niñas cuando las recogemos. Te contesté que no te estaba atacando, «no se que mandarte, eres tú la que sabe que ropa tienes y cual no. Coge lo que necesites». Me respondiste que no era para ti, es para las niñas, imagino que para recordarme que no te regalaba nada.

Tu hermana, en la misma habitación, se marchó al baño de nuevo, ya lo había hecho al llegar, mientras te esperábamos. Imagino que la situación pudo con ella. También tú bajaste a buscar una bolsa en ese momento y al salir ella del baño le comenté «Esta es la estupenda comunicación que tenemos ahora».

Finalmente decidiste llevarte algo de ropa interior. Te abrí los cajones y te dije «lo que necesites, la ropa va a estar yendo y viniendo».

Para que te fuese más sencillo te describí como estaba la ropa ordenada ahora ya que antes estaba de tu mano y era algo complicado. Esto fue otra gota más en tu vaso ya lleno. Me respondiste que las niñas y tú sabían perfectamente donde estaba todo. «Vale, pues sería yo el que se volvía loco a la hora de buscar algo en ellos», esa fue mi respuesta.

Tu hermana anunció que había terminado y yo pregunté si necesitaban algo más del ordenador. Te lo pensaste un minuto y respondiste que, tal vez, más adelante te podrías llevar las fotos. Yo te dije que probablemente te las dejaría pero ahora mismo mejor no me hablase de fotos. Los álbumes no habían venido contigo, consideraste que no los tenía que tener yo. Es curioso ya que te invité varias veces a llevarte el cojín de lactancia y tu respondiste «Eso me lo regalaste tú». Igual que lo álbumes y otras tantas cosas, pero bueno, son cosas materiales sin importancia y yo puedo comenzar unos nuevos.

Con mi respuesta de que no me hablarás de fotos salió tu orgullo «Yo las llevo en el recuerdo». A partir de ahí poco más que decirnos.

13:13. Llegó el transporte y fuiste a recibirlo. Intentaste abrir la puerta del garaje y te diste cuenta del cambio de cerradura. Me hiciste un comentario cuando abrí desde dentro y te contesté que ya te había dicho mi incomodidad al tener llaves por ahí. Me hiciste un gesto que interpreté como «¿Quién piensas que soy?¿Creías que te iba a robar o algo así?».

Saludé al padre del cole, que me miraba con cara de «Lo siento, yo sólo ayudo». Yo lo saludé como siempre, de echo, no me parece mal que te ayude ni pienso nada raro o malo. Comenzaron cargar las cosas y los muebles. Tu enfado había aumentado y de nuevo estabas desesperada por terminar y salir de ahí lo antes posible. Te pedí las llaves que todavía tenías y las de tu hermana. Me las entregaste y fuiste a comprobar si te faltaba algo.

El padre de la escuela me miró con cara de no entender que estaba pasando por tus reacciones, yo le hice un gesto de que yo tampoco. Me despedí de él y tú te limitaste a decirme «Chao», darme dos besos y ni mirarme a la cara. Te marchaste y yo cerré la puerta.

Al subir vi a tu hermana y salí a despedirme de ella. Era un mar de lágrimas, nos abrazamos y me dijo que lo sentía mucho, que todo esto le daba mucha pena. Yo le dije que no se preocupara, que lo hiciera por ti. Al poco rato le envíe un mensaje.

«Hasta pronto. Lo dicho, preocúpate por ella y por mis niñas.

Espero ser amigo de ella, aunque probablemente sea pronto para ambos. Ya has visto como está conmigo. No se si me culpa de sus problemas o que le ocurre. nos quedan muchos años de relación así que tendrá que mejorar.

Un beso y cuidate. Si me necesitas para algo avisa.»

Su respuesta un par de horas después:

«Todo irá a mejor. Un abrazo.»

Después de eso salí de casa a buscar el lienzo, con la foto que nos sacamos las niñas y yo hace unos días. También compré algunas cosas, entre ellas lo necesario para dejar lista la cortina de las niñas. Sí, esa que llevaba tanto tiempo pendiente y que le comentaste a tu hermana, unas horas antes «Si mira, la cortina..».

Regresé a casa varias horas después y me di cuenta de que la documentación de las niñas se había quedado en casa. Te envié un mensaje para avisarte y te pregunté si querías que te la acercara o bien venías tú. A continuación me dediqué a concretar las próximas citas médicas de las niñas y el tema vacunas.

A la hora me respondiste que no necesitas la documentación, que habías hecho fotocopias. Lo siento pero no me la juego con esto, te comenté que las tarjetas médicas no hacen falta hasta que las necesitas. También que las podía llevar a casa de tus padres mientras las ibas a buscar al cole, no sería necesario vernos y tampoco me tendría que volver a despedir de las niñas.

«Has lo que consideres.»

Hoy estoy en el trabajo por lo que evidentemente llevé toda la documentación a casa de tus padres. Me abrió tu madre y me invitó a subir. Cuando me vio estaba con lágrimas en los ojos. Me dio varios besos y me hizo el comentario sobre lo delgado que estaba, que tenía que hacer por reponerme y mirar por mi. Le dije que no me quería volver a despedir de las niñas y me tenía que ir.

Salí de su casa y me fui con el coche para no cruzarme contigo. Lloré todo el camino hasta la casa de mis padres, comeríamos todos juntos.

Allí volví a hablar con mi padre y se lo conté, volví a comenzar a llorar sin poder continuar con la conversación. Finalmente fueron llegando todos y logré pasar una tarde relativamente tranquila.

Ya, de regreso en casa, terminé de instalar la cortina de las niñas, pendiente de los detalles decorativos que harán las niñas. También saneé y limpié alguna pared que quiero pintar y preparar para que las niñas puedan pintar sobre ella. Después de eso salí  a correr, para vaciarme, para descargar todo el día de hoy. Mientras regresaba, ya reventado, te envié un mensaje para hablar con las niñas.

30 minutos después comenzamos una conversación por whatssap, la más cordial de las últimas semanas:

Lloré de nuevo, incluso tuve que dejar un par de minutos para poder hablar con las niñas. Ya antes de eso te había dicho que esta conversación era mejor tenerla en otro momento. Después de hablar con las niñas, ya muy cansadas, te lo repetí, «mejor en otro momento que están muy cansadas».

Tras esto me volví a enfadar mucho contigo. Me puse con los preparativos de el trabajo que se le había estropeado a la pequeña e íbamos a hacer la próxima vez que estuviésemos juntos.

Hablé un poco con mi hermana, la pobre no puede más con su oposición tan cerca y todo lo que me está ayudando. Ya más tranquilo, después de descargarlo sobre ella, me fui a la cama.

De nuevo sorprendí yo al despertador y salí camino del trabajo mucho tiempo antes de lo necesario para llegara la hora. En una cafetería comencé a escribir esta entrada. El trabajo de momento tranquilo. Estoy con un compañero que sabe de mi situación y hemos estado hablando mucho, aunque más de sentimientos que de lo ocurrido los últimos días.

En un rato comenzaré con el trabajo de gestión para, si me lo permite, pasar luego a trabajar en el blog de este diario.

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