05:14. Nuestra hija pequeña se ha despertado llamándote. Me he acostado a su lado, le he dado un poco de agua, la he arropado y se ha vuelto a dormir. La noche ha sido benévola conmigo hasta ese momento.
06:30. A esta hora, hace una semana, te encontré despierta en el salón y me comunicaste tu decisión. Semana en la que la vida de todos cambió. Por un lado todavía no me lo creo, por otro tengo muy presente que no estás y que probablemente ya nunca estés. Hoy te volveré a ver durante un rato, me quedaré con las niñas mientras vas a tu terapia quincenal. Tengo que repetirme que esto es para mejor, tengo que volver a creerlo. Sabía que mi alegría de los últimos días no podía ser duradera pero, aunque continúo pensando igual y creo que poco a poco continuaré rascando y evolucionando, ya no es suficiente para levantarme con ánimo. He pasado del «día a día» a «de hora en hora», metas pequeñas que a veces logro y a veces no.
Miro el Whatssap, tu última conexión a las 02:36 am, me planteo desactivar esta opción para continuar avanzando o al menos para que no duela tanto.
Me pregunto si toda esta miseria le interesará a alguien. Ya he comprado el dominio y he encargado unas ilustraciones. Sea como sea me basta con que lo leas tú, con que sepas que te entiendo, aunque me duela, aunque sepa que es lo mejor pero desearía que nunca hubiese ocurrido, hora a hora, hora a hora… Voy a despertar a las niñas, comienza la semana y esta noche no me toca dormir con ellas.
22:20. Después de dejar a las niñas en la escuela me he ocupado de llenar la nevera, despensa, etc. Es parte de nuestro acuerdo hasta que puedas valerte por ti misma. Me dijiste que eso era una gran presión para ti. La verdad es que deseo que estés bien por lo que he pensado en no agobiarte con eso. Te diré, cuando podamos hablar, que no te preocupes, aunque no se cuando será eso ya que continúo pensando que me rehuyes.
Después de salir de casa he acompañado a mi hermana a unas pruebas médicas. Me he venido abajo al contarle como me he sentido respecto a ti el día de ayer. Ella piensa que me evitas por no ver mi dolor y que continúe dejándote ir. Ya he bloqueado la actualización de estado de Whatssap y la verdad es que ha sido un alivio.
Ojalá tu castillo en el aire no sea un espejismo, temo mucho que dejes de sentir las mariposas en el estómago y tengas una caída de la que no te puedas levantar. Mi hermana me lo recuerda: «ese no es tu problema»; pero yo me continúo preocupando por ti, se que no debo. Llevo tanto tiempo haciéndolo que tal vez no se hacer otra cosa, pero ya no depende de mi, en realidad nunca dependió. Soy un controlador nato, otra de las cosas que tengo que intentar cambiar con la Psicóloga. Tengo que aprender que por mucho que parezca que tengo el control en realidad no es real y no controlo nada.
No me he sentido mal al verte por la tarde, antes de que salieras a tu cita con el Psicólogo. Hablar con mi hermana me da paz y me ayuda a continuar colocando cosas en su sitio. Tú continúas actuando como si nada hubiese pasado, casi me das un pico al saludarnos, lo entiendo, han sido más de 24 años, pero a mi no se me olvida la situación en la que estamos. Esta claro que todo esto lo has trabajado durante mucho tiempo con las diferentes terapias iniciadas, lecturas, biografía, etc,…. aunque no te diste cuenta y no diste el paso hasta que la verdad te golpeó en la cara.
Lo más gracioso es que he sido yo quien se ha ofrecido a llevar a las niñas a sus actividades mientras tú acudías a tu cita. También te veré mañana, cuando me vuelva a llevar a las niñas para que puedas realizar tu hora de trabajo del martes. Le tengo que hacer caso a mi hermana, «tiene que resolverse por si misma y si te necesita que acuda a ti, no le debes de facilitar las cosas, no debes cuidarla, parece que la controlas«. No volverá a ocurrir si no me lo pides, aunque más que facilitarte quería estar con mis hijas, o eso me digo a mi mismo.
Después de dejar a las niñas he salido a correr de nuevo, aunque mi hermano había venido a pasar un rato conmigo.Tenía la necesidad de vaciarme físicamente de nuevo y desde luego lo he vuelto a lograr. He vuelto al «mirador de la discordia», es la segunda vez que estoy en el. La primera lo entendí, es un lugar maravilloso en el que compartir. Hoy he querido gritar para soltar la rabia, no he podido, la próxima vez no me iré de allí sin hacerlo.
Me he disculpado con mi hermano por teléfono y ya he quedado con él mañana después de devolverte a las niñas. Tenemos cosas pendientes desde enero pero «no había ningún hueco». Estaba ocupado dando fuera y descuidando dentro, a tí y a mi familia. Tampoco volverá a ocurrir.
Creo que me voy tranquilo a la cama, y cansado, tal vez esta noche sea una buena, después de tantos días me hace falta.